jueves, 20 de junio de 2013

CLARK EL HOMBRE LOBO


HISTORIA DE UN LICÁNTROPO.


”Todo comenzó la primera noche de luna llena, del mes de Enero de 1760.  Fui de viaje a visitar, a mi tía. En el camino de regreso a mi casa, algo embistió el carruaje, fue tan fuerte el impacto que nos volcó. Después de tres vueltas, salí del carruaje, expulsado por la gravedad. Golpeado pude mirar como una bestia, que parecía ser un lobo de pelaje café, devoraba vorazmente a mis sirvientes. Ni los caballos escaparon de tal ataque, otro lobo, se los comía sin piedad. Ante la claridad de la luna llena, quise escabullirme entre los árboles y escapar del ataque. Así lo hice, creí por algunos segundos que la victoria me acompañaba. Fue prematuro pensar en eso. Un lobo erguido en dos piernas, cubierto de pelaje negro, con fuertes garras y fauces con enormes dientes, botando saliva blanca y espesa. En sus ojos pude ver la maldad, me miraban sedientos de sangre y podía ver mi reflejo asustado en sus pupilas, rodeadas por su iris amarillo.
   Comencé a correr, a pesar de estar golpeado, creo que la adrenalina me daba el impulso necesario para escaparme. Aunque era imposible dejar atrás a esa bestia, que parecía estar detrás de mí, saboreando mí derrota. Mis fuerzas comenzaron a abandonarme, a medida que avanzaba era más difícil respirar, la visión se me nublaba y sentía mi corazón a punto de estallar. A pesar de eso, no iba a darme por vencido, no iba a morir devorado. Sin embargo, fue inútil. Cerré mis ojos, luego sentí un arañazo en mi espalda, me derivó. Algo me había perforado la espalda, al caer al piso me toque, estaba sangrando. El dolor era insoportable, alguien había destruido; mis huesos, músculos y piel. Nuevamente intente correr, ahora la bestia me atacó de frente, un nuevo arañazo, esta vez en mi pecho. Dos golpes tan fuertes y ya de mí no quedaba ni el aliento. Cuando probé ponerme de pie nuevamente; el lobo se me plantó encima. Su saliva goteaba en mi rostro, enterró sus garras en mis hombros. Juro que ese monstruo estaba sonriendo. Después me mordió, fue tan fuerte y agudo el dolor, que grite y grite, hasta desvanecerme.
   No sé cuántos días pasaron. Despertaba sudando, con mi cuerpo ardiendo y adolorido, bañado en sangre, volvía a dormir. Así una y muchas veces ocurría. Con mis escasas fuerzas, intentaba orientarme y llegar al lugar donde fuimos atacados por las bestias, similares a lobos. No avanzaba cien metros y otra vez caía. Soñaba con feroces dientes, perforando mi piel, garras rasgando mis entrañas, y ojos amarillos repletos de maldad, mirándome fijamente.
   Las fuerzas volvían poco a poco, al cuidado de nadie pude sobrevivir, a pesar de estar mal herido. Un día cerca de un lago, pude bañarme y observar con gran asombro que mis heridas estaban sanando, ya casi no se notaban. Fui al lugar del ataque, rastros del ataque sobrevivían, árboles arañados, y sangre salpicada por doquier. Averigüé lo sucedido: primero tuve que soportar las caras de asombro y la estúpida pregunta -¿No estabas muerto? -. Como si verme ahí no fuera suficiente prueba de que estaba vivo. La historia fue contada de maneras diferentes, pero en resumen: encontraron mi carruaje destruido y mis dos sirvientes cubiertos de sangre, degollados y desmembrados. No hubo rastro de mí, me buscaron por todo lado, removieron cielo y tierra para encontrarme,  y no aparecí.  Sea lo que sea me había devorado completamente. Aunque la verdad era que yo sobreviví, y me estaba muriendo en el único lugar que no buscaron.
   Regrese a mi mansión con más miedo que alegría. Bisont el último sirviente que me quedaba, era leal, fiel y muy aplomado en su labor. No me faltaba nada. El primer día de luna llena de febrero, algo extraño aconteció. Mientras daba un paseo en mi caballo al anochecer, comencé a sentirme extraño, mi cuerpo temblaba, resbale del caballo y me propine un golpe en la cabeza, justo en una roca filosa. Toque mi frente y estaba cubierta de pelo. De repente mis brazos y piernas crecían y mi mandíbula empezaba a desencajarse. Después no recuerdo nada. Desperté al otro día, con la ropa rasgada, cubierta de sangre, en medio de un caserío del cual ya no quedaba nada. Yo había hecho esto, pero cómo, no lo recordaba. Regrese a mi mansión, me bañe. Tenía la sensación de haber cometido un terrible crimen, pero no recordaba cuál.
   La noche siguiente fue igual, mi cuerpo temblaba y crecía, me salía pelo en la cara y mi mandíbula se desencajaba. Esta vez desperté rodeado de ganado, mi ropa desecha y ensangrentada. No sabia que hacer, que cosa me estaba pasando. La escena se repitió durante los días de luna llena del mes. Luego los días volvían a ser normales. Le conté a Bisont, él me explicó una estúpida leyenda de lobos. En Escocia no hay hombres lobo, eso eran historias absurdas. Bueno yo creía eso hasta los días de luna llena de marzo. Nuevamente la misma imagen. Eso de los hombres lobos cobrara veracidad.
   Después del ciclo lunar, entre Bisont y yo creamos una celda subterránea en mi mansión. Reforzada de metal, con provisiones y un baño, durante el ciclo de luna llena estaría atado a una silla de acero. En el pueblo se rumoreaba que yo estaba loco, que asesine a mis sirvientes, incluso las autoridades me investigaron, no había pistas ni pruebas, fui absuelto de la investigación. Sin embargo, mi fama de galán y buena persona se extinguió, ahora era el loco del pueblo. Aleje a todo el mundo de mi mansión y deje de ser hospitalario, únicamente Bisont me acompañaba y ayudaba.
El primer día de luna llena de abril, me senté en la silla y Bisont se encargó de atarme con las cadenas y candados, cerró la celda. Esta vez evite muertes, fue una gran idea, así pasó ese ciclo lunar sin asesinatos ni pueblos destruidos. Pero no quería esa vida, encadenado por una semana, en una jaula, como cualquier reo. A partir de ese día con la ayuda de Bisont, buscamos una cura. No hay nada que me curre, en ninguna parte del mundo, seré este animal para siempre, un asesino sin control de sus actos”.
-        -   Vaya – Ana interrumpió la lectura, del diario del conde Phillip Ager.
  -    No hay cura hermana, regresa a casa, yo me ocultare para siempre – sentenció Clark, en su voz la tristeza no se podía ocultar.
 -   No seas estúpido Clark, somos hermanos, nunca te voy a dejar solo.
 -   ¿Por qué sacrificarte tanto? Has como el resto de la familia, ignórame.
 -    Deja de decir estupideces, juntos encontraremos esa cura, leeremos todo esto, algo arrojara, te lo garantizo.

   Los hermanos acomodaron un cuarto en la mansión deshabitada, no había rastro del tal Bisont. Y el conde Phillip Ager era odiado y temido en el pueblo, nadie se acercaría a molestar su mansión. Con el paso de los días, Clark se volvía más fuerte, incluso creció, ya casi media lo mismo que su hermana. Buscaron a Bisont, tal vez él podía guiarlos hacía una cura. Era como si la tierra se lo hubiera tragado, no dejo ningún rastro. El diario del Conde, solo narraba los días de incertidumbre, tratando de  localizar una cura para su mal.                

CONTINUARÁ...

1 comentario:

  1. wow. que buena historia. me encantan las historias sobre hombres lobo, felicidadeess, muy buena esta historia esperare la otra parte :D, gracias por subirla.

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