sábado, 23 de mayo de 2015

TE CUENTO CUENTOS.

Microcuento de terror:


LA VISITA.



La vi pasar, cruzó su mirada inexpresiva y fría con la mía, su apariencia y forma de levitar me aterraba, se desplazaba tan cautelosa, arrastraba su manto negro e impregnaba de ese raro olor pútrido cada espacio donde iba.
Esta noche entró en mi habitación, y un olor nauseabundo la invadió, levante mi cabeza y encima de mi estaba ella, tan pálida y mortífera, estiró su mano huesuda y me acarició, su frío se impregnó en mí, luego una sensación de estupor me impidió moverme, fue como caer en un sueño, únicamente cerré los ojos y el resto fue tinieblas.

lunes, 18 de mayo de 2015

TE CUENTO CUENTOS.

EL DEMONIO 
DEL COFRE. (Parte 2).


En ese momento perdí el control, corrí por toda la casa; de seguro mis hermanos lo tomaron y es que era un cofre muy bonito, del que le pudiera gustar a mi hermana para guardar sus notas o cosas importantes. Sin embargo, ella no lo tenía, dormía profundamente, la desperté angustiado, ella no entendía pero le pedí que me ayude a buscar a Joshua. A regañadientes aceptó; mi hermano no aparecía por ningún lado, por más que lo llamábamos no aparecía: de repente un grito escalofriante atravesó la casa, pero lo más aterrador que paso fue que atravesó mi cuerpo, Fernanda me miró horrorizada y con la mirada me preguntó que pasaba, yo no sabía que contestar, estaba en shock.   
Joshua volvió a gritar, mi hermano estaba pidiendo ayuda. Fernanda y yo lo buscamos por cada rincón; lo encontramos escondido en la alacena lloraba sin consuelo, lo abrace y le pregunte del cofre, mi hermano no podía hablar, solo jadeaba, al observarlo no pude ver el cofre por ningún lado, pero si vi que mi hermano estaba herido la mano, sangrando. Mientras mi hermana trataba de calmarlo yo curaba su herida y continuaba indagándolo sobre el cofre.
Deje a mis hermanos en la sala, al no poder obtener respuesta del asustado Joshua. Sin embargo algo me detuvo, con el rabillo del ojo pude divisar una figura arrastrándose por el suelo, regrese la mirada hacia donde vi esa sombra, y nuevamente pude verla reptando a un lado de mí, esa sensación de terror que me había gobernado hace unos minutos regreso, otra vez mi corazón estaba desbordado, el miedo me recorría, y mi mente agobiada trataba de calmarme y llevarme a la lógica.
No pude determinar alguna explicación coherente, y un ruido se escuchó cerca al baño, corrí hasta donde se produjo el ruido y pude ver que el espejo del baño estaba roto, no podía reponerme del impacto de ese extraño suceso y un estruendo se produjo en el segundo piso, cuando me dirigí ahí, el ruido me guió al cuarto de mi hermano, todo estaba desordenado, sin embargo, lo más aterrador del caso fue que el cofre estaba abierto, un escalofrío me recorrió, sin entender la situación, me acerque cauteloso al cofre, fragmentos del candado estaban alrededor, y algunas gotas de sangre lo cubrían. Intente como guiado por una extraña fuerza independiente de mi voluntad cerrar el cofre, pero en el momento que mis manos entraron en contacto con el baúl, una nueva sensación de sueño, como la de la primera vez que entre en contacto con él me dominó. Ahora estaba en mi casa, mi hermano jugaba en el corredor con sus muñecos, algo repentino sucedió cuando mi hermano paso frente al estudio, Joshua botó sus muñecos y se acercó al cofre, lo tocó y examinó como si fuera un nuevo muñeco, mi hermano lo tomó y lo llevó a su habitación. De repente una especie de humo salió de la caja, Joshua intentó correr, pero esa nube lo detuvo, mire más detenidamente y pude ver que esa emanación blanca, eran manos con grandes dedos, y uñas filosas. Mi hermano comenzó a manotear tratando de librarse de lo que lo sujetaba, en ese momento su mano golpeó el candado, fue con tanta fuerza ese golpe que su mano se hirió y sangre salió de ella. El candado se dividió en varios trozos, y se abrió de par en par, lanzando al pobre Joshua por los aires, del cofre una niebla ascendió hasta el techo, poco a poco fue adoptando una forma, reconocida para mí. Esos espeluznantes ojos negros se clavaron en Joshua, estaba listo para arremeter contra él. La puerta estaba cerrada y la desesperación de mi hermano por abrirla, debido a que su mano estaba herida, hizo que esos diez segundos fueran eternos, mi hermano gritó estrepitosamente, corriendo hasta esconderse en la habitación de mis padres, pero nuevamente la cosa lo alcanzó, un nuevo grito, y fue en busca de un nuevo escondite.
Desperté llamado por un nuevo grito, mis hermanos en el primer piso lanzaban un aullido al unísono, después podía escuchar grandes pisadas, corriendo alrededor de la casa. En medio del estupor trate de reponerme, baje rápidamente para ayudar a mis hermanos. Los llamaba pero no los encontraba, otra vez una imagen se materializó por el rabillo de mi ojo, era una criatura rastrera, se trasladaba en el suelo, moviéndose como culebra paso de la sala hacia la cocina, cuando regrese la mirada, pude verlo desplazarse de la cocina rumbo al segundo piso, me observó y sonrió, pude sentir sus ojos devorándome el corazón, me indico sus filosos dientes y continuo su camino al segundo piso. No sé qué pasó, pero estaba petrificado, incapaz de mover algún musculo; un nuevo alarido de mis hermanos se escuchó, la fuerza del grito fue tal que pude salir de esa quietud involuntaria, subí apresurado, con una torpeza impropia de mí, ya que me tropezaba con todo lo que encontraba, mientras corría hasta donde se escucharon aquellos aterradores gritos, tropecé con algo que se atravesó en mi camino, yo no logre advertirlo y caí fuertemente, regreso a ver con que me estrelle, era el cofre. Trate de incorporarme nuevamente pero pude ver al ser arrastrándose alrededor de mí, después se acercó a la caja y me la lanzó, cubrí mi rostro instintivamente para evitar el dolor de ser golpeado con una caja de madera. Sin embargo esto fue inútil, el baúl golpeo mi cabeza y yo perdí el conocimiento, todo alrededor mío se oscureció, no recuerdo que más sucedió aquella noche. 
Cuando abrí los ojos, mire el cofre al lado de mi cabeza. Yo estaba golpeado, por mi frente circulaba una pequeña fuente de sangre, extendí mi mano hacía el cofre. Una nueva visión se materializó en mi cabeza, mis hermanos corrían de un lado a otro, atrás de ellos la criatura los perseguía, iba a una velocidad menor a la de mis hermanos como si disfrutará ver el miedo en ellos, hasta que al final se metieron en el closet de la habitación de mis padres. La cosa los alcanzó, lentamente abrió la puerta del closet, sin dejar de verlos, impregnando el miedo en ellos, mi hermana lloraba y se abrazaba fuertemente a Joshua, los dos se abrazaron lívidos, podía ver el miedo en ellos: Fernanda cerró los ojos con mucha fuerza, Joshua no dejaba de llorar, a la petición de mi hermana también cerro los ojos. Esa cosa los olfateaba, y finalmente gritaron, esta vez, seria por última vez.
Nuevamente regrese de esa especie de sueño, aterrorizado por lo que vi, me levante rápidamente, camine a pasos largos hacia la habitación de mis padres, la puerta del closet estaba cerrada, eso me calmó un poco debido a que en la visión, la puerta había sido abierta por la criatura. Sin embargo, fue una falsa ilusión, abrí la puerta y el cuadro más aterrador se descubrió ante mí. Quise volverme loco, o tal vez ya estaba, mis hermanos estaban muertos, abrazados como si hubieran sido momificados, los dos tenían rostros de terror y sus ojos miraban hacia donde estaba yo, justo donde había estado la criatura, seguramente les fue imposible mantenerse con los ojos cerrados.

Mis hermanos habían muerto asfixiados, según el reporte de la policía. Alguien los había asesinado. Como era de esperarse, yo era el principal sospechoso, incluso mis padres creen que yo lo hice. Al ser yo menor de edad salí libre ya que las reglas nacionales no aplican a menores de edad, además no se encontraron pruebas en mi contra, constantes visitas a mi psiquiatra determinaron que yo estaba loco, asesine a mis hermanos controlado por un ataque de esquizofrenia. Un sanatorio mental, sería mi nueva casa, de ahora en adelante: mis padres me abandonaron, eran incapaces de dirigirme la palabra; quede solo abandonado a mi suerte.
Un día mientras leía algún libro, mí padre fue a visitarme, no me extrañaba y mucho menos quería saludarme. No cruzó palabras conmigo, me dejo una maleta y se marchó. Supuse que era ropa y cosas de aseo que el sanatorio le exigía llevar. Pero en medio de la revisión de la maleta, me encontré el cofre; mi primera reacción fue miedo, sin embargo después decidí revisar la caja. Entre en un nuevo trance, ese sueño que me poseía cada vez que mis manos entraban en contacto con el baúl. Pude ver a cinco jóvenes, estaban vestidos de negro, eran dos mujeres y tres hombres, parecían no tener más de treinta años, estaban sentados en flor de loto alrededor de un cofre más pequeño al que estaba en mi poder; uno de ellos, rezaba algo en un libro, era una lengua extraña, los otros, repetían lo mismo justo después de que el hombre lo decía. De repente y sin previo aviso uno de los jóvenes de levanto y apuñaló a una mujer de las integrantes, la sangre que brotó de ella, fue lentamente como un rio hasta llegar al cofre, este se fragmentó en múltiples partes, un vapor salió de allí y adopto la forma de aquel ser. Esos jóvenes habían liberado algo, algo sombrío. La criatura, los mató cruelmente. Luego se dirigió a lo más cercano que tenía para alimentarse, justo a la selva donde mi padre fue hacer su investigación. Había algo sobresaliente en su actuar, solo atacaba niños, en mi cabeza se descifró la cuestión, de por qué solo asesino a mis hermanos y a mí no. El Chamán de la tribu lo encerró en aquel baúl. Es a partir de este punto que entró mi familia en esta historia; la obsesión de mi padre por encontrar el cofre, después mi deseo de tenerlo y finalmente mi hermanito cayó bajo su dominio y terminó liberando aquella criatura, lo demás es historia.
Retorne de mi sueño, el cofre reposaba al pie de la cama, me incorpore adolorido, mientras lograba recuperarme totalmente; sentí un frío glacial, alguien dijo algunas palabras detrás de mí, regrese la mirada y ahí estaba esa criatura, sonreía desenvainando sus filosos dientes, quede aterrorizado, y después la criatura se marchó, reptando por el suelo, como una serpiente, hasta que ya no pude divisarla más. Qué clase de ser habíamos liberado aquella noche.

lunes, 20 de abril de 2015

TE CUENTO CUENTOS.

EL DEMONIO DEL COFRE.
(Parte 1).


Mi padre llevo un regalo nuevo, eso no era nada del otro mundo, su trabajo le obligaba  a viajar por todo el globo y de cada parte que visitaba un recuerdo nunca le faltaba. Sin embargo, este era diferente, era como decirlo de alguna manera enigmático, hipnótico; atrajo mi atención desde el principio. Y no es que no lo haya hecho ningún recuerdo antes, pero este tenía algo extraño. Era un pequeño cofre de madera, el cual estaba tallado con finos adornos similares a runas a su alrededor, cubierto con finos hilos dorados en sus extremos y estaba cerrado por un candado que asemeja la cara de un hombre con una gran boca abierta de par en par, como si estuviera emitiendo un grito de terror, sé que sonara raro pero casi que podía escuchar a ese hombre emanar un pequeño grito como si clamará por ayuda.

Para contarles esta espeluznante historia, comenzare por el principio. Mi padre, un reconocido biólogo latinoamericano, se adentró en las selvas colombianas, tuvo que permanecer ahí al menos un mes y medio, en este tiempo tuvo que convivir con los indígenas de la región, culturas totalmente alejadas de la civilización, de todo lo que al hombre moderno no debería faltarle; y mucho menos a un biólogo dedicado a la investigación. No obstante no había nada que hacer, más que integrarse con esa nueva cultura y aguantar el tiempo necesario para recoger las muestras de su proyecto de investigación, el cual la verdad no me interesa saber que es, mis aspiraciones son diferentes a estar investigando si un sapo aumento de tamaño por la contaminación, o si una nueva raza de conejos mide tanto como un perro labrador adulto, o cualquier otra cosa relacionada con ciencia, no soy un hombre de ciencia, lo mío es la escritura y el dibujo.
Mi padre al convivir con estas civilizaciones, conoció un nuevo modo de vivir, y es que ni siquiera puedes enterarte qué pasa en el mundo dónde vives, pues de seguro la modernización no llegara, o bueno no seamos tan dramáticos, la modernización llegará en algunas décadas después o tal vez no, quién sabe. Mi padre quiéralo o no tuvo que aprender a vivir con ellos, bañarse con agua de rio, recolectar leña para prender el fuego que les permitía preparar sus alimentos, cazar su propia comida, dormir en pisos rocosos, sintiendo que el calor del lugar los está devorando, o siendo alimento para las docenas de mosquitos que atacan sin importar tu sexo, raza o condición social. Pero también adoptó sus creencias, como que la naturaleza los bendecía o castigaba de acuerdo como ellos obren, si los azotaba un fuerte vendaval era porque se estaban comportando mal, o si en lo alto se posaba un radiante sol era porque estaban obrando en paz con la naturaleza, para resumir un sin fin de creencias absurdas.
Bueno se preguntaran ¿todo esto que tiene qué ver con el cofre? O ¿por qué les estoy contando esto? La respuesta es muy sencilla. Un día mi padre presencio un rito de “sanación”, el sacerdote de la tribu o como lo llamaban allá, El Chamán, realizó un rito para atrapar al “demonio de la selva”, lo vio llegar en sus sueños. Los niños comenzaron a morir, extraños padecimientos los estaban enfermando solo a los niños. El Chamán dijo, que estaban siendo atacados por el “demonio de la selva”, un ser tan vil que se alimentaba del alma de los niños, se arrastraba por la maleza y a los niños que miraba solos los asesinaba y después devoraba sus almas. Obviamente toda esta estupidez tiene una respuesta lógica, era un brote de una enfermedad, una epidemia o algo así. No obstante, mi papá fue testigo de un ritual extraordinario, días previos observó al Cacique elaborando este cofre, cuenta que mientras lo fabricaba no dormía, no comía, permanecía en una especie de trance, tallando la madera y recitando palabras que seguramente eran su idioma nativo, ya que no las lograba ubicar en ninguna lengua que el conociera.
Después observó cómo trabajaba el oro, y finalmente elaboro un candado con excelentes acabados y con toda la dedicación del caso, tardo cerca de cinco días y al sexto hicieron el ritual. Mi padre cuenta que extrañamente aquel día oscureció más temprano y un fuerte aguacero cayó tan inesperado como un infarto. A pesar del inclemente clima, nadie se movió, todos permanecían en trance, recitando cosas absurdas, y moviéndose de un lado a otro, alrededor del cofre. Mi papá los observaba desde la protección de la choza, cuenta que un sueño lo comenzó a dominar, poco a poco fue cayendo en los brazos de Morfeo, dice que entre sueños mientras se desplomaba, vio una especie de figura amorfa, entrar en el cofre, el Chamán se apresuró a poner el candado, el cual adoptó una figura humana de un rostro gritando, luego no recuerda más.

Cuando despertó, todo había vuelto a la normalidad, no sabría decir si lo que vio fue sueño o real pero cuando miró el cofre, el candado si era un rostro desesperado, al parecer un hombre gritando suspendido en el tiempo. Se enamoró tanto del cofre que pidió al Chaman se lo obsequie, pero ante la negativa de este, un día lo siguió hasta donde fue a enterrarlo, mi padre desenterró el cofre y lo trajo de regreso con él. Ese sería un gran error, error que desafortunadamente tuvimos que pagar mis hermanos menores Joshua y Fernanda, y por supuesto yo.

Yo soy el hermano mayor, y la verdad no sé cómo es ser mayor en otras partes del mundo, pero en la mía es ser el responsable de los pequeños. Mi padre desde pequeño me inculcó ser el protector de mis hermanos, lo cual era muy difícil: y es que tener un hermano de 8 años que se la pasa metiéndose en lugares que solo alguien tan pequeño puede penetrar; y por supuesto su hiperactividad desbordante, me complica la misión enormemente. Además tener una hermana de 12 años que piensa que todo el mundo está en su contra y solo es entendida por sus inmaduras amigas, no puede mejorar la situación. Y finalmente yo con 15 años, un preadolescente tendiendo que cuidar a unos mocosos que no le hacen ni pisca de caso.  
Una noche mi padre tenía que dar una conferencia, y mi madre, como todas las buenas mujeres del lugar lo acompañó. Eso era malo, pues me convertía automáticamente en la niñera de mis dos hermanos, que difícil posición.
La noche no comenzó bien, pues un fuerte aguacero acompañado de tormentas eléctricas se desató sobre la ciudad y las redes se cayeron, traducción; estaba sin internet, no televisión por cable, cuidando a un par de mocosos insoportables.
Estaba aburrido, mi hermano no dejaba de saltar con sus figuras de superhéroes de un lado a otro, mi hermana no dejaba de reprocharme el hecho de no tener internet: como si fuera mi culpa. En fin no tendiendo más que hacer, inicie un recorrido por la casa, algo encontraría para matar el tiempo.
En el garaje encontré aquel cofre, estuve frente a él y parecía que me llamaba, el candado en forma de grito me llamaba, era una situación extraña tenía miedo pero a la vez quería abrirlo. Lo tome en mis manos, no era muy grande era del tamaño de una enciclopedia, tampoco pesaba demasiado, era como tener un kilo de arroz en la mano. Lo lleve hasta el estudio, repase su forma y rugosidades con mis manos temblorosas y sudorosas. Mi corazón comenzó a latir de una manera desenfrenada, sentía en mi cuello las carótidas queriendo salir de mi cuerpo, la piel se me puso de gallina, y un frío invernal se coló por algún lado y logró penetrarme hasta lo más profundo de mi ser; y cuando mi mano rozó el candado una extraña sensación me invadió, entre en una especie de sueño.
Una figura amorfa se desplazaba, entre matorrales, parecía una serpiente que se arrastraba sobre el suelo, era blanca casi que traslucida, se movía tan cautelosa que no parecía ser real. Al ver esa cosa acercarse, me asusté mucho y corrí, al frente mío había una choza, entre sin pedir permiso y corrí a buscar refugio, me escondí detrás de un armario; no me percate que cerca de mi había una cuna, un bebe dormía ahí. Quise ir hasta la cuna para coger al bebe y protegerlo de esa cosa, pero fue muy tarde. La criatura entró por donde entre yo, ahora mire un rostro blanco parecía humano pero no era así, tenía múltiples heridas en un rostro redondo, sus ojos eran negros como si su pupila estuviera dilatada, tenía una nariz ganchuda y en su boca se reflejaba una gran sonrisa, la vi posarse sobre la cuna mirando al bebe, sonreía y unos filosos dientes brillaban con la luz de la luna, mucha saliva caía sobre él bebe quien empezó a llorar, ese extraño personaje, seguía mirando al bebe, como un león mira a una cebra listo para devorarla. Mire a los lados de la cuna y unas manos largas, con uñas filosas, y cubiertas de sangre se acercaban al bebe. Intente moverme y ayudar al bebe, pues tenía el presentimiento de lo que iba a pasar, sin embargo me fue imposible, la cosa devoro al bebe, luego me lanzó una miraba llena de maldad, podía sentir sus ojos sobre mí, podía verlo saborearse, levantó un dedo esquelético apuntando a donde yo me escondía, luego se lanzó a mí.    
Desperté sobre el escritorio del estudio, estaba sosteniendo el cofre, qué había sido todo lo anterior, ¿fue un sueño?, pero lo sentí tan real. Era como si yo me hubiera trasladado de un lugar a otro, yo mismo me vi en aquella selva. Deje el cofre ahí y me dirigí a la cocina, necesitaba un poco de agua para digerir lo que había acabado de vivir. Sudada profusamente, mi corazón a punto de estallar, trataba de dar una explicación lógica a mi aterrada mente, pero era imposible. Comencé a ver ese espantoso rostro blanco, a donde miraba, fui al baño para lavarme el rostro, no sé por qué pensé que lavarme el rostro me aclararía lo que estaba sucediendo. En el espejo mientras me miraba, mi rostro se volvió blanco y pude ver la aterradora sonrisa de ese ente. Estaba somatizando las cosas, solo era un sueño, lo que vi en el sueño me estaba enloqueciendo. Me encerré en el baño por 10 minutos aproximadamente, necesitaba calmarme. Logre tranquilizarme, con algo de valor que pude reunir, salí del baño y me dirigí al estudio nuevamente, iba a regresar el cofre hasta donde lo saque. No obstante fue imposible, alguien se había llevado el cofre.

CONTINUARÁ...

lunes, 16 de marzo de 2015

TE CUENTO CUENTOS.

Microcuento de terror:

MI MADRE.


Son las 10 de la noche. Otra vez mi madre esta brava; la escucho arrojando cosas, zapateando fuerte contra el piso, golpeando las puertas y emitiendo ese agudo gemido de ultratumba. Mi madre sigue sin perdonarme que la haya empujado por las escaleras hace 5 años, sigue sin perdonarme que la haya asesinado.

lunes, 19 de enero de 2015

TE CUENTO CUENTOS.

LA SOMBRA


I.                 ADHERIDO A MI:

Estoy sentado en mi cama, y ahí esta él, justo en la esquina de la pared en frente de mi, está suspendido entre las paredes que conforman esa esquina, me mira fijamente, no parpadea y sus ojos rojos están devorando mi interior. Quisiera saber cómo sacarlo, como alejarlo de mí; pero es inútil, he intentado de todo, nada funciona; su sombra me sigue como un perro faldero a donde quiera que voy. Mis amigos se han alejado, él los ha alejado, le he preguntado muchas veces quien es qué quiere, él solo desenvaina sus filosos dientes y se saborea con una lengua bífida, húmeda y repugnante.
Todo comenzó hace seis meses, yo caminaba de la universidad a mi casa, como siempre lo hacía, adoraba caminar por el bosque, nada más relajante que atravesar un bosque lleno de verde relajante después de un día en la universidad gris estresante. Aquel día como de costumbre salí de clases, eran las 2 de la tarde; el sendero más hermoso que nunca faltaba, me regalaba una calle de honor, adornada por arboles de los cuales sus ramas se unían unas con otras formando un arco, más el florecer amarillo de verano en sus copas, era un lugar fuera de este mundo, sin embargo, pequeños rayos dorados de sol atravesando agujeros que quedaban en el arco, se aseguraban de comprobarme que todavía estaba en este mundo, todo era como un edén para mí. De repente en mi camino escuche un ruido, una rama se quebraba, busque con mi mirada de donde provenía el ruido y pude divisar unos zapatos tenis tratando de equilibrarse en un árbol ubicado a mi derecha justo al lado del sendero que estaba cruzando. Gire todo mi cuerpo y me dirigí hasta ahí, me mantuve oculto tras la vegetación crecida. Mire un hombre temblando, parecía trastabillar en la rama pero lograba recuperar su posición levantando sus brazos, lucia nervioso, sudaba profusamente, además parecía angustiado, estaba tan flaco que llegue a pensar que la parca había venido por mí, estaba demacrado, sus ojeras denotaban cansancio.
No pude evitar tropezar con una rama y el ruido alertó al hombre, el me miro suplicante, hizo un gesto con su mano derecha, parecía un vete pero no podría decirlo con certeza debido a que en el momento que levantó su mano y elaboró aquel gesto, no le fue posible mantenerse en equilibrio y cayó. Pensé verlo caer al piso y darse un buen golpe, pero en cambio su cuerpo quedó suspendido en el aire, una gran soga rodeaba su cuello, el hombre no se ocultaba de nadie, el hombre se iba a quitar la vida; eso explicaba su angustia y desesperación. Sin embargo, yo no podía dejarlo ahí, corrí a tratar de salvarle la vida, lo abrace fuertemente de sus piernas y trate de levantarlo para disminuir la presión que podía estar ejerciendo la soga contra su cuello, y de esta manera evitarle la asfixia. No obstante cuando trate de levantarlo y eleve mi mirada al cielo, en el árbol alguien me miraba, poseía ojos rojos reptilianos y una lengua bífida se movía rápidamente haciendo círculos sobre su oscuro rostro. Sentí tanto miedo que solté el cuerpo del hombre y salí corriendo, sentía un fuerte nudo apretando mi garganta, y mi corazón latiendo tan fuerte, que aquel latido se irradio hasta mi cuello, mis sienes, mis brazos y mis piernas, el aire me faltaba pero mi cuerpo seguía corriendo, quién o qué era esa cosa que mire sobre el árbol observándome, no lo sé, lo único que sé es que desde aquel día hace seis meses, esa cosa esta pegada a mí. Llegue a la carretera tan agitado que mis fuerzas finalmente me abandonaron y me desplome, hasta ahí tengo memoria de ese día.

Desperté en mi cama, una suerte que mi tío un oficial de policía pasara por ahí. El me llevó a mi casa, jamás les conté lo sucedido aquel día; simplemente alegue estrés por la universidad y al ser yo un devora libros no fue para ellos difícil creerme. Trate de olvidar el hecho, seguramente fue producto de mi imaginación, la adrenalina que produje al tratar de salvar aquel hombre, me hizo imaginar cosas, como siempre trate de darme una respuesta lógica, ante un hecho increíblemente raro.
El hombre resulto ser Andrés Ortiz, estudiaba psicología, el próximo año obtendría su grado, un chico normal como cualquier otro de su edad, no habían explicaciones lógicas para que tomara tan drástica decisión. Sus amigos y familiares argumentaban que en los últimos meses estaba totalmente dedicado a su estudio, debido a eso se había alejado un poco.

Trate de regresar a mi vida, los primeros días atravesar el sendero me traía imágenes desagradables, por eso lo evadí para siempre, tomando mi ruta anterior; no había paz de naturaleza pero si traía paz a mi alma. En clases me costaba concentrarme, no podía pasar tiempo con mi novia, con mi familia, con mis amigos. Mi mente comenzó a ver aquel ser en cada rincón donde yo iba, lo miraba en espejos, en sombras, siguiéndome, pegado a mí. Me estaba volviendo loco, cuando dormía, al momento de cerrar los ojos su figura se materializaba en mi mente y todo esfuerzo por conciliar el sueño se desvanecía.
Mi vida cambio, nada era igual. Una noche cuando trataba de hacerme entender que todo era un estúpido efecto del estrés postraumático, a casusa de haber presenciado una muerte atroz, ocurrió un acontecimiento que acabo con mi voluntad por completo. Yo me miraba en el espejo, mi falta de sueño y alimento era evidente, lucia igual al hombre que se había quitado la vida en aquel árbol. De repente sentí un roce en mi espalda, una sombra se desplazaba detrás de mí. Cerré los ojos y trate de enfatizarme en que todo era una ilusión, pero fue inútil. Una mano negra con cinco dedos largos como tentáculos, adornados por largas uñas podridas y encarnadas, me recorrió el pecho, luego el mismo rostro que vi ese día se revelo al lado mío. En el espejo pude ver nuevamente sus ojos reptilianos, su estructura negra como si fuera sombra, después su lengua bífida probo mis lágrimas, era verde y escamosa, al pasar por mi mejilla pude sentir lo áspera y cortante que era; posteriormente me tomo del mentón, el frío de sus manos, me impregnó hasta el alma, me apretó fuertemente y me obligó a ver mi rostro junto al suyo frente al espejo, sentí su respiración silbante y su aire gélido, sonrió, acto seguido estrelló mi rostro contra el espejo. Esa cosa quería dejarme claro que no era ningún producto de mi imaginación; sino que era tan real como el viento, tan tangible como el agua.
Pasaban los días y la noción del tiempo se perdía en mi atemorizada mente. Olvide las fechas importantes, olvide mis estudios, olvide mi vida. Ahora ya no solo veía al ser en mi mente, ahora era visible, adonde yo iba, él también. A medida que yo me debilitaba, esa criatura parecía fortalecerse, no solo comenzaba hacerme daño a mí, sino que también lastimaba a mis seres queridos, cualquier persona que trataba de acercarse a mí para ayudarme esa cosa la lastimaba. Alicia mi novia, siempre tan gentil y bella trató de enterder porque la mantenía lejos, acaso ya no me amas; repitió mil veces esa pregunta. La verdad yo la amaba, pero la primera vez que intento acercarse la sombra corto los frenos de su vehículo, se estrelló ocasionándose afortunadamente pequeños rasguños, nada grave. La segunda vez, cuando trate de alejarla, sin saber que decir; aquella sombra la empujó por las escaleras, ella cayó dando vueltas, fracturándose la muñeca izquierda. La tercera vez ella me interceptó en la calle, casualmente un auto se salió de la autopista y nos arrolló. Mi tibia se rompió en dos partes; para Alicia la rehabilitación fue más dolorosa, su pierna se fracturó en muchos fragmentos y su humero en dos. Además ella no fue la única que sufrió, mi madre tuvo algunas quemaduras cuando la estufa de gas explotó, mi padre y hermanos también fueron atacados. No me quedo más remedio que irme de la casa, no podía permitir que ellos sufran por mi culpa.
Dije que iba a realizar un curso de verano en otra ciudad, con algo de ahorros y una ayuda de mis padres viaje, esa cosa quería alejarme de lo que más quería y lo logró. Me estaba debilitando, dormir era una ilusión, cada vez que cerraba mis ojos, imágenes de mis seres queridos sufriendo terribles accidentes y esa cosa siendo la culpable, me quitaba cualquier intento de dormir. No podía comer, mi apetito era tan escaso que con probar dos o talvez tres bocados de algo me saciaba. Y esa cosa siempre presente, solo me miraba, me observa, no dice nada, no hace ningún ruido, solo me mira y se saborea, yo estoy al borde del colapso. Cuando trato de buscar ayuda o contarle a alguien; las represalias son tan severas que lamento haberlo hecho enfadar: entre su repertorio están cortes, quemaduras, moretones, rasguños, entre muchas otras clases de castigo.

Seguramente moriré muy pronto, ya no quiero seguir así, ya no tengo vida, cualquier vestigio de felicidad ha desaparecido. Tan solo soy un cajón, mi vida ya se ha perdido hace mucho tiempo, desde que quise salvar a ese hombre, bien decía mi profesor de literatura, después de una buena acción llega su castigo. Este es mi castigo, mi terrible castigo.  

CONTINUARÁ...