martes, 29 de octubre de 2013

CLARK EL HOMBRE LOBO.

LA FURIA DE BASTIAN.


El calabozo donde permanecía Ana presa, solo era silencio, al cuidado de Pes y Te nunca le falto nada. Los dos no hablaban claro, de sus bocas solo salían sonidos guturales que rara vez conjugaban algo entendible. Sin embargo, cuando no estaban siendo mandados por los fríos eran muy simpáticos e incluso parecían tener sentimientos. Incluso Mugre que era más arisco parecía obtener un cariño especial por la bella Ana.
Durante seis días no estuvo encadenada y pudo recorrer el castillo de los fríos. El lugar era oscuro y sombrío, repleto de pasadizos y lugares en los cuales se amontonaban grandes capas de polvo. Era un castillo de seis plantas superpuestas de forma circular, conectadas entre sí por escaleras en forma de caracol, las habitaciones no se podían abrir, todas tenían una especie de clave. Pudo ingresar a una ubicada en el sótano, donde se apostaban tres sarcófagos, de madera perfectamente elaborada y lisa, enchapadas en oro, como si no pertenecieran a ese sitio tan polvoriento, en el centro tenían un espacio circular, donde faltaba una pieza. Ana trato de abrir los ataúdes pero fue inútil, definitivamente faltaba una pieza.

Mientras tanto en algún lugar en el bosque de las almas perdidas, los fríos utilizando sus capuchas, incineraban el cuerpo de un miembro de la hermandad, asesinado por Clark. Bastían contemplaba la luna, sus ojos estaban encendidos, inyectados de sangre. Mientras el resto de los fríos se apostaban alrededor de la llamarada que emitía el cuerpo de Bodgan ardiendo.

-     -      ¿Sabes que tenemos que vengarnos? – lo interrumpió Rupert.
-     -      Claro que lo sé.
-    -    Debemos asesinar a su hermana, regresemos al castillo.
-        Su hermana va a morir por mi mano, pero antes va a sufrir, tiene que sufrir, haré que cada parte de su cuerpo duela, la haré llorar hasta secar sus lágrimas, la haré sangrar hasta acabar su sangre; pero quizá lo más importante es que no morirá hasta que Clark la vea y sienta lo que sentimos cuando decapito a Bodgan.   
-        Exacto hermano.
-        Todos empaquen las cosas – Bastían regresó a ver a los demás, por primera vez escucharon su voz más fría y poderosa –, regresaremos al castillo.
   El ataque de Clark había sido certero, los fríos era una hermandad; todos y cada uno de ellos habían permanecido juntos por más de quinientos años, algunos más o menos años. Nunca antes recibieron un golpe tan fuerte, recorrieron el mundo conquistando sin encontrar oponente digno capaz de detenerlos. Un día los lobos se revelaron convirtiéndose en sus peores enemigos. El hecho que un lobo haya asesinado a uno de sus líderes, era su peor derrota. Sorpresivamente Clark supo como matarlo, o mejor dicho su instinto le enseño como hacerlo, perforando su corazón, decapitándolo.

   Loa trolls encerraron a Ana, le explicaron que algo salió mal y se acercaban de regreso al castillo, al menos eso quisieron explicarle, Ana entendió la mitad. Los trolls se disculparon y la dejaron en oscuras, la única luz que entraba era el reflejo pálido de la luna llena. Transcurrieron alrededor de treinta minutos y las puertas del castillo se abrieron de manera abrupta, decenas de pasos rápidos y fuertes penetraron el castillo. Se acercaban al calabozo, Ana sintió miedo y ese temor aumentaba a medida que los pasos se oían más fuerte.
   La puerta fue abierta de un solo golpe, con asombro Ana observó como la cadena se rompía en pedazos y el candado se estampaba en la pared justo encima de la cabeza de Ana. Bastían se notaba molesto, furioso, en su interior sentía como si un volcán fuera a explotar, magma recorriendo su cuerpo, a pesar de la frialdad de su cuerpo.
-        Espero que tu estancia en nuestra ausencia haya sido placentera – dijo en tono seco, se miraba más fuerte que la última vez.
-        ¿Y dónde está Clark y Federico? – la preocupación era difícil de disimular, Ana se llenó de temor y sufrimiento.
-        Ellos digamos que desertaron, pero estas tú.
-        ¿Qué les hicieron?
-        La mejor pregunta es, ¿qué nos hizo él?
-        ¿Él?
-        Si, tu hermano, nunca dijeron que era un hombre lobo. Tal vez quisieron que nos ataquen, nos matara y vendrían a rescatarte, que infantiles… - Bastian hizo una pausa -. Ahora solo queremos venganza.
-        ¿Y Federico? – Ana no podía hablar bien, temblaba pero no del frío, temblaba del miedo y de la incertidumbre.
-        El seguramente murió, estaba en la misma jaula de tu hermano. Esa bestia no reconoce nada, acabo con el primero para después matar a mi hermano Bodgan. Ahora te resumo la situación: tu sufrirás el desborde de mi furia, acabare contigo y dejare que tu hermano vea la luz escaparse de tus ojos – Bastían era un demonio sediento de venganza -. Es una lástima, quería que una delicia como tú se convierta en un miembro de mi hermandad. Sufrirás todo lo que yo sufrí, así que te aconsejo que te prepares.
   Dicho esto Bastian y su sequito salieron, la penumbra nuevamente abrazo a la pobre Ana. No entendía que había pasado, y no le daba miedo ser cruelmente torturada por una hermandad de personas malévolas. Lo que más temor le causaba era la incertidumbre de no saber dónde estaba su hermano y si Federico estaba muerto, o mal herido. Además la soledad y el frío era un factor agregado para aumentar su desolación.

   Bastian al salir ordeno a sus sirvientes los trolls, mantenerla vigilada y no darle nada de alimento. Los trolls lograron hacer un vínculo especial con la bella Ana, pero el miedo que les causaban los fríos no les permitía desobedecerles. Durante años habían visto las atrocidades por ellos cometidas y sabían que eran capaces de hacer cualquier cosa, temían por ellos y por la pobre de Ana. En especial habían visto a los tres, Bastian, Rupert Y Bodgan, y aunque les faltaba uno, no significaba que eso los hiciera menos peligrosos, de hecho la muerte de Bodgan seguramente los hacía más sanguinarios.          

martes, 22 de octubre de 2013

TE CUENTO CUENTOS.

CUANDO EL DIABLO COSECHA UN ALMA.




Primero escuche un extraño golpe en la puerta de mi habitación, alguien se acercaba, lo sentía caminar cauteloso,  las tablas del piso tronaron, parecía acercarse a hurtadillas. Había tenido un día muy agitado y estaba cansado, seguramente era mi imaginación tratando de hacerme alguna broma.  Luego sentí a alguien acercarme a mi oído, susurro algo que no pude entender. Un olor nauseabundo se filtró de algún lado y se sentía como si inundara mi alcoba, después un peso sobre mí, me inmovilizó, como si me hubieran puesto un bulto de piedras.
   A la mañana siguiente, todo estaba normal, seguramente era un mal sueño. Días difíciles eran la antesala perfecta para pesadillas y la presión de mi jefe estaba destrozando mis nervios. Otra vez la noche se acercaba, tome algunos somníferos, una cantidad mínima, necesitaba dormir. Tal como lo planeado me dormí rápidamente, hasta que los sucesos se repitieron, exactamente como sucedieron la noche anterior.
   Quien diría que eso, era solo el comienzo de mi aterrador final. Susurros en mis oídos, hedor repulsivo, puertas y pisos crujiendo, tenía la extraña sensación de que alguien me visitaba en las noches. Miles de somníferos no me hacían ni cosquillas, estaba llegando al límite, a punto de explotar. Debía buscar una solución, pero ir a un loquero no era buena idea si estaba aspirando a la gerencia de la empresa.
   Mi única salida era la medicación, sin embargo parecía que grandes dosis no lograban en mí ni el más mínimo efecto. Hasta que la noche que más temía llegó. Alguien corrió hacía la puerta, esta vez no se molestó en caminar despacio, como en ocasiones pasadas. La puerta se  abrió de golpe, causando un gran estruendo,  desperté sobresaltado, seguramente una ventisca abrió mi cuarto (pensar algo absurdo me generaba una falsa calma). Al menos eso pensé hasta que todo se impregnó de ese horrendo olor a carne podrida y azufre. De repente algo me paralizo, susurraron en mi oído – he venido por lo mío -. Era una voz tenebrosa, fría y de ultratumba, no quise regresar la mirada a dónde provenía, el miedo me gobernó. Un instante de valor y busque con la mirada alrededor, un hombre reposaba en mi puff, de un salto me incorpore y encendí la lámpara, que se ubicaba en la mesa de noche. Un hombre delgado me miraba fijamente, su mirada era glacial, su rostro inexpresivo.
-        He venido por lo mío -. Dijo nuevamente, se levantó de su asiento, alto delgado y casi que cadavérico, su rostro y cuerpo eran de color rojo escarlata. Camino hacia mí sin dejar de verme, puso su mano izquierda sobre mi cuello; estaba fría y rasposa, sonrió y sus dientes eran amarillos y torcidos – no has escuchado, vengo por lo mío.
-        Qué… qué… qué… es lo mi… - no podía hablar, estaba completamente asustado.
-        Que patético, miras al demonio y tiemblas como un niño – el demonio, creó que no escuche bien, mis nervios estaban descontrolados -. Te explicare, hace años tu padre… un importante comerciante de la región, me vendió tu alma a cambio de yo convertirte en un distinguido empresario, o qué otra explicación le das a tu brillante ascenso siendo víctima de bullying toda tu niñez y adolescencia.
-        No… no es posible.
-        Te di lo que querías, hoy te ascendieron, quiero mi alma.
-        Yo no pedí esto – mi voz no podía ser más frágil, el diablo estaba frente a mí pidiendo mi alma, ofrecida por mi padre en su desespero por hacer que su hijo surja, y sea un hombre importante y respetado.
-        Lo siento niño, tu alma ahora me pertenece.
Su mano fría dejo de apretar mi cuello, subió por mi mandíbula estacionándose en mi labio inferior, sus uñas eran largas y filosas. Con extremada fuerza apretó mis dientes y mi mentón, abriendo mi boca, luego su mano descendió por el interior de mis fauces, su brazo fue penetrándome poco a poco, él se desvaneció, se materializó en humo negro y blanco, hasta ingresar todo por mi boca. Algo me carcomía, me devoraba por dentro, quería gritar pero mis fuerzas se desvanecían, las energías se me acababan, el oxígeno no llegaba a mi cerebro, la vida se me iba tan despacio, que podía percibir como se me iban los sentidos uno por uno.
Ahora soy un muerto viviente, no tengo alma, no siento nada, no puedo amar, reír, llorar, cantar, mi cuerpo no se calienta, permanece frío como un iceberg, no duermo y enormes ojeras como mapache rodean mis pálidos ojos. El demonio se llevó mi alma, aunque mi cuerpo sigue aquí, es un avión sin piloto, únicamente utiliza el piloto automático. Vago en las calles. Mi padre quiso un mejor futuro para su hijo, desesperadamente no confió en las capacidades de su hijo, y le entregó mi vida, al ser equivocado.          


martes, 8 de octubre de 2013

CLARK EL HOMBRE LOBO

WILLIAM BLADE.



Clark despertó confundido, un mar de pensamientos borrosos cruzaban su cabeza, su ropa estaba desgarrada y sangre que no era suya cubría su cuerpo. Miró sus manos y quiso recordar lo sucedido, dónde había quedado Federico, si es que estaba vivo, o tal vez lo asesinó. Era como si se hubiera emborrachado la noche anterior y ahora estuviera con lagunas mentales, por más que cavilaba ningún pensamiento llegó a él. Por fin se calmo y se recostó en la cama -, ¿una cama?, ¿dónde estoy?, ¿Cómo llegue aquí? -. Su desasosiego regreso, se convirtió en un monstruo, ya no era el debilucho Clark, ahora era el monstruo Clark, ahora era Clark el hombre lobo.

-       Vaya despertaste, te traía tu desayuno – un hombre de risos dorados entró en la habitación donde estaba Clark.
-       ¿Quién es usted? – espetó Clark, quién era ese hombre que lo saludaba y sonreía.
-       Mi nombre es Anton Lei, el señor William quiere que desayune se duche y lo espera en el salón principal, aquí le traigo ropa nueva señor – el joven estaba desconcertado, preguntándose si ese joven no sentía miedo al hablarle a un hombre que tenía su cuerpo cubierto de sangre.
-       ¿Qué me paso? – seguramente si aquel personaje no sentía miedo, conocía que le sucedió a Clark.
-       El señor William le explicará todo… con su permiso – Anton hizo una reverencia y salió.

   Clark se fijó en lo lujoso del lugar en el que se encontraba, vigas con perfectos acabados, su cama acolchada y espaciosa, cortinas de seda y una vista envidiable, montañas y arboles cobijados por un sol amarillo y radiante. Calrk pensó estar en un sueño, tanta belleza no podía ser real, seguramente murió y se acercaba al cielo a expiar sus culpas.
   Contiguo a la habitación se encontraba el baño, una tina llena de agua caliente lo esperaba, inquieto se despojó de las pocas prendas intactas que tenía y se metió, sintió el calor resucitante  que subía por sus piernas, calentando su cuerpo y finalmente llegando a la cabeza. Al terminar de asearse se colocó las prendas que Anton le dejo: botas de cuero, pantalones ajustados, camisa de manga larga y chaleco. Salió de la habitación, la maravilla del lugar fue insuperable, pisos brillantes como espejos, donde la luz nunca era ausente, ventanales enormes que brindaban la mejor de las vistas a los ojos. Recorrió el pasillo, alcobas alrededor y cuadros de hombres de elegante porte, finalmente llegó a las escaleras que descendían en forma de caracol, hasta reposar en el salón de recepción, a la izquierda se ubicaba una puerta enorme donde estaban dibujados lobos, iluminados por una luna llena, redonda y plateada. Un momento de silencio y el estrépito de la puerta al ser abierta lo regreso en sí.
   Un hombre de cabello largo, negro y ondulado, ondeando con firmeza al son de sus pasos firmes y arrogantes, su rostro estaba cubierto por una barba que cubría su cuello, y penetrantes ojos negros, nariz ganchuda, su rostro era frío y blanco.

-       Hola amigo – sonrió, posteriormente hizo un ademán con la mano e invitó a Clark que lo siga, el joven temeroso lo siguió como si fuera víctima de un encantamiento.
Los dos ingresaron a otro salón circular, rodeado de sillas y muchos hombres de aspecto bravo y fierro, algunos eran jóvenes, pero la mayoría eran viejos, sin embargo, eran fuertes y parecían estar muy sanos. Bebían cerveza y reían a borbotones. Cuando Clark ingresó todos clavaron su mirada en él.
-       Mis hermanos – dijo el de cabello y barba negra, alzando la voz, todos dejaron de reír y de beber para ponerle atención, luego todos pusieron su mano echa puño en el hombro izquierdo, adoptaron posición de semiarrodillado, agachando la cabeza. Clark entendió que aquel hombre, era respetable y seguramente su rey o algo por el estilo.
-       Quisiera que todos le demos la calidad bienvenida a un nuevo hermano – señalo con su mano derecha a Clark, nadie dijo nada.
-       Yo no soy su hermano – dijo Clark.
-       Claro que sí, eres uno de nosotros, eres un hombre lobo – imposible, todos los hombres ahí reunidos era como Clark, hombres lobo.
-       ¿Cómo… cómo…? – Clark quedo petrificado, no podían existir tantas personas como él.
-       No hay por qué avergonzarte, soy William Blade  y aquí tienes a los hombres de una raza fuerte y luchadora a tu servicio.
-       Si son lobos ¿Por qué no les asusta que estemos en luna llena?
-       Porque aún quedan unas horas antes que anochezca, además tenemos el mejor lugar para evitar hacer daños.
-       Explícate.
-       De acuerdo sígueme – en el salón se encontraba una puerta subterránea, al abrirla, gradas estrechas conducían a un cuarto oscuro, muy diferente a los que se acostumbró a ver en aquel sitio. Habitaciones como en las que Phillip se escondía cada luna llena lo recibieron, cadenas gruesas y candados enormes flanqueados a lado y lado.
-       Mira aquí nos encerramos cada noche de luna llena, cadenas de plata nos restan la fuerza.
-       Y si es así, ¿quién encadena al último que quede sin cadenas?
-       Nuestros sirvientes.
-       ¿Sirvientes?
-       Demos un paseo – Clark caminó al lado de William, el hombre caminaba como si fuera militar  -. Yo era un hombre millonario y solitario que adoraba salir de noche, Un día tuve un desafortunado percance con un hombre lobo, el me mordió, así fue como me convertí en uno. Con el paso de los meses y años, note el daño que hacía, y me dedique a buscar formas para que unos como yo, no cometan mis mismos errores. Este castillo se levantó con el sudor de mis leales sirvientes  que decidieron seguir conmigo a pesar de saber quién era, y claro está mi sudor también. He dedicado mi vida a encontrar personas como yo, les he dado abrigo, comida y protección, con el paso del tiempo nos convertimos en una hermandad, y lo mejor del caso es que podemos hacer nuestras vidas de la manera más normal posible.
-       ¿Qué es normal?
-       Tener nuestras familias, casarnos, tener hijos.
-       ¿Quién se metería con nosotros?
-       Las mujeres no se convertirán jamás en lobos, si se las llegase a morder, simplemente morirían.
-       Qué alivio.
-       Ellas acá son sirvientes, esposas o hijas, pero siempre normales.

   Después de recorrer el calabozo y examinar sus habitaciones, William y Clark regresaron al salón principal al lado de los demás. Sin embargo, Clark seguía lleno de dudas, que sería de su vida de ahora en adelante.

-        ¿Cómo me encontraron?
-       En realidad Anton, uno de mis más fieles sirvientes te encontró, nos avisó y te trajimos hasta nuestro refugio.
-       ¿Cómo supieron que yo era lobo?
-       Preguntas mucho, niño mal agradecido – habló un hombre de aspecto senil pero muy fuerte, su rostro redondo, con grandes entradas y escasos cabellos blancos le daban un toque de hombre sabio.
-       Déjalo Agustín, está lleno de dudas, a la mayoría nos ha pasado.
-       Como digas – Agustín regreso a su puesto refunfuñando.
-       Veras Agustín tiene un privilegiado poder, el al tocar la cabeza de alguien sabe todo, de una persona… nos dijo que te había pasado y como escapaste de los malditos no muertos – con tanta preocupación a Clark se le había olvidado su hermana.
-       ¡Ana!, tengo que irme.
-       Cálmate, iras a un suicidio si no enfrías tu cabeza.
-       Estamos hablando…
-       Se de quien hablamos – lo interrumpió William -. Te propongo un trato.
-       No entiendo -. Clark estaba muy confundido.
-       Veras hace años que nosotros y esos malditos no muertos estamos en guerra. Ellos quisieron gobernarnos, de hecho usan lobos como mascotas, antes éramos nosotros sus mascotas. Un día el gran garra de plata, un poderoso licántropo los desterró, inclinó la balanza a nuestro favor, los hizo retroceder, estuvo a punto de vencerlos, fue cuando ellos unieron fuerzas con las brujas del norte e hicieron impenetrable su bosque, llevándose nuestras riquezas y nuestras mujeres. Nuestra raza ha intentado por años penetrar al bosque de las almas perdidas, logrando simplemente convertirnos en espectros de su bosque – William tomo aire, pidió agua y siguió su relato -. Los no muertos son infernales, tienen un deseo enfermizo por la sangre, el oro  y las mujeres bellas. Mi esposa me fue robada por ese maldito de Bastían, la hija del buen Agustín, incluso la gran Garra de Plata sucumbió al ser despojado de su bella hermana – la puerta se abrió, una hermosa mujer de ojos azules y cabello corto ingreso con un gran vaso de agua, se lo entregó a William y salió, diciendo solamente el saludo.
-       No puedo dejar a mi hermana.
-       Espera Clark, no has entendido, no había opción de penetrar sus fortalezas, no había hasta ahora. Tú recorriste el único sendero no maldito del bosque, los no muertos son los únicos que lo conocen.
-       Si lo recorrí, pero no lo recuerdo, además siempre viajábamos de noche.
-       Afortunadamente para nosotros…- William bebió agua copiosamente, hasta terminar toda -. Es una de las maravillas del poder de Agustín, puede ver todo lo que guarda tu mente, consciente o inconsciente, tu puedes no recordar el camino, pero tu cerebro lo guardó muy bien, además cuando te transformaste, seguiste los pasos correctos sin saberlo, de lo contrario habrías muerto.
-       Así querido joven – intervino un hombre de piel morena alto y musculoso -. Agustín vio un sendero y yo lo plasme en un mapa.
-       ¿Y qué esperamos, por qué no atacamos ya?
-       Aun no amigo Clark, tenemos que idear un plan de ataque.
-       Tardaríamos mucho.
-       No te preocupes, Bastían no matara a tu hermana todavía.
-       ¿Cómo estas tan seguro?
-       Tú asesinaste a Bodgan, los no muertos son vengativos. Bastían te vió asesinar a su hermano, te aseguró que su último deseo es que tu mires como mata a tu hermana, algo así como ojo por ojo.
-       Por eso debemos ir ahora mismo.
-       Que la rabia no te haga perder la razón, mira ya casi es luna llena, solo seriamos monstruos sin control, nunca lograríamos nuestro objetivo – William hablaba pausado pero firme, sus palabras retumbaban y Clark se quedaba sin argumentos para protestar, finalmente se dio por vencido y aceptó no ir al ataque.
-       Señor ya casi es luna llena – dijo un hombre de piel blanca y pecosa, lleno de abundante pelo rojo en la cara.
-       Lo olvidaba es hora de descansar.

Todos bajaron hacia el calabozo en el sótano del castillo, Clark se recostó en una cama fría y dura, luego fue atado, las cadenas eran pesadas y se sentía débil. El pálido brillo de la luna lo hipnotizaba, sentía furia crecer en su interior, su piel comenzó a arder, quiso arrancársela con las manos pero fue imposible. Lo último que vio fue unas personas que lo ataban, después todo fue borroso. Un aullido atravesó el lugar cortando el silencio de manera abrupta, luego todo volvió a ser paz y tranquilidad.                 

viernes, 27 de septiembre de 2013

TE CUENTO CUENTOS

LAS RELIQUIAS DE RAMFISTEIN.



Hoy me veo en el espejo, demacrado flaco y ojeroso, esperando a que la muerte venga por mí. Durante años centre mi lucha contra la maldad, la injusticia, me volví un mago superdotado. Con el paso de los años, adquirí la habilidad de dominar el fuego, volcanes vibraban a mi paso, fogatas nacían con tan solo pensarlo. Pero, no me quede con eso, también alcance a someter las aguas, tanto saladas como dulces, no había poso, lago o mar que se resista a mí poder. En batallas hundí innumerables barcos enemigos que venían a gobernar mi tierra. La tierra fue más difícil de manipular, sin embargo, junto con los vientos lo logre. Mi poder y mi reputación era conocido de norte a sur, de este a oeste. Yo era una celebridad, Ramfistein el super mago. 

   Pero como la envidia existe en cualquier parte del mundo, me hice de grandes enemigos, que me querían ver caer, y gobernar el mundo que habito. Entre ellos Doppler, el mago más siniestro que podía existir en el mundo. Su ambición desmedida lo convirtió en mi archienemigo, siendo aún peor, creó un grupo de magos oscuros para vencerme y robarme todo el poder que corría por mis venas. Hace años peleo incansablemente contra ellos, hoy estoy cansado y apuesto que si peleara ahora mismo sería fácilmente derrotado.
   
   Me he dado cuenta que por más que luche por el bien, el mal no se dejara derrotar sin dar la pelea. Estoy muy enfermo y débil. Es por eso que tome una drástica decisión, yo Ramfistein el más grande mago de toda la historia, iba a dejar mi poder para que el mundo con sed de justicia pueda relevarme en el papel que he desempeñado durante quinientos años.

   Debo decir que modestia aparte, no solo era poderoso, sino también escurridizo, un amo de los disfraces.  Partí rumbo a Europa navegando aguas implacables, sin ser notado. Hace dos años, que elaboraba en mi taller, cuatro hermosos medallones, que se convirtieron en mis reliquias, capaces de retener todo el poder que poseía, para protegerlo de ser robado y mal utilizado. Elabore un medallón rojo, en el encerré todo el poder que tenía sobre el fuego, en el medallón azul puse todo el poder sobre el agua, en el marrón coloque todo sobre la tierra, y en el blanco dispuse mis conocimientos sobre el aire. Todos llevan mi símbolo personal, la R rodeada por un gran dragón.

   Un largo viaje emprendí, busque por todos los continentes los mejores escondites. Desde África hasta América, de Asia a Europa. Encontré después de mucho buscar, los lugares perfectos, si alguien logra reunirlos es digno de usar todos mis conocimientos y habilidades. En medio del Mar Muerto, enterré el poder de las aguas. En Hawai escondí  justo en el corazón del volcán Mauna Loa, todo el poder del fuego. Atravesé el aterrador desierto del Sahara cobijado por ese sol, que parece derretirte, ahí el medallón de tierra descansa, ocultó a la vista de cualquier mortal. Finalmente el medallón de aire, se lo di a la persona que más amo para que lo esconda. Desconozco donde ella lo puso. Y no creas que Doppler y sus súbditos no me persiguieron. Fue muy difícil evadirlos, afortunadamente gane esa batalla, a pesar de que en cada sitio que escondía una reliquia me debilitaba más. Ahora sin ningún poder espero recostado en lo último que me queda, mi alfombra mágica. Doppler se acerca lo escuchó, sus pasos son duros, sabe que estoy débil. Siento que ríe pero al final del día yo reiré más, aunque de seguro estaré muerto.

  Ahora si encuentras está carta, sabrás que tu misión está más allá del entendimiento humano. Es un hecho que si eres aventurero y de corazón valiente, saldrás en la busca de mis reliquias, si llegas a encontrarlas, será porque eres el indicado para continuar mi misión. Cuando termines de leer esto, sabrás que esta hoja ha navegado mares, cruzado continentes, habitado en ciudades, hasta llegar a ti.  Yo ya no pertenezco a este mundo, ahora en tus manos está la misión de luchar por un mundo mejor. 

jueves, 29 de agosto de 2013

CLARK EL HOMBRE LOBO

PRIMERA TRANSFORMACIÓN. 



    Clark y Federico se encontraban solos, en aquella cueva, encerrados en una jaula de acero. Una vez más se hallaban en medio de sombras a plena mañana. El cambio de horario al que los habían acostumbrado los tumbaba de cansancio, no obstante el miedo que crecía en su interior era tan fuerte, como para mantenerlos despiertos.
-    Nadie nos vigila, debemos intentar escapar – dijo Clark malhumorado por la falta de sueño.  
-        ¿Recuerdas esas cosas amarillas y de aliento fresco? – Clark asintió -. Nunca nos dejaron sin vigilancia, en el castillo, acá porque tiene que ser diferente.
-        Pues porque no los he visto, ni escuchado su respiración musical.
-        Los trolls son lentos y retrasarían nuestro viaje – dijo una voz angelical oculta en las sombras.
-        ¿Quién anda ahí? – preguntaron los hombres al unísono.
-        Soy Anabel – dijo la misma voz saliendo de las sombras, usaba el mismo traje que los demás fríos, pero con su rostro descubierto; era la mujer más bella que Clark había visto: tenía unos profundos ojos verdes oliva haciendo juego con su rostro redondo y pálido, delineado por gruesos cabellos rubios, que caían en espiral; sus labios gruesos y rojos lo invitaban a besarlos. A todo eso se sumaba su elegante y firme caminar -. Desde algún rato los vigilo.
-        Creí que ustedes dormían en el día.
-        Es lo más lógico, pero nos turnamos para vigilarlos… ¿no creyeron que se los iba a dejar sin vigilancia – la mujer sonrió, al siguiente momento se encontraba frente a ellos -. Yo soy el primer turno y, no necesitaba que supieran que oía sus absurdos planes de escape.
-        ¿Si pueden estar despiertos de día, porque viajar de noche? – preguntó Federico contrariado.
-        Verán la luz del día hace estragos en nuestra piel, sin mencionar que somos más débiles.
-        Sería una pena, que se dañe  tu hermosa piel – dijo Clark abrumado por tanta belleza.
-        Eres muy atento, además debo decir que opino lo mismo.
-        Dejen la coquetería, mejor explíqueme algo… ¿por qué afectar el factor sorpresa?
-        No entiendo.
-        Podrían escuchar todo lo que planeamos  y averiguar cosas que les serían útiles, sin embargo, se delata ante nosotros – Federico suspiró profundo y dijo -. Ahora sabemos que no podemos ser boquiflojos.
-        Muy acertado, pero no necesitamos saber mucho. Conocemos que el mapa no está en ese castillo – Federico y Clark cruzaron miradas nerviosas, que les trataba de decir Anabel -. Además lo importante es que tu hermana es muy bella.
-        ¿Qué significa eso?
-        Que Bastían tarde o temprano conseguirá su mapa, los asesinará y se quedará con Ana.
-        ¡Eso no puede ser! – levantó la voz Clark, su sangre hervía como nunca lo había hecho, el rostro de Clark se puso rojo y agarraba los barrotes de la jaula con toda su fuerza -. ¡Son unos malditos!
-        Si, son unos malditos, fue exactamente lo que hicieron conmigo.
-        ¿Por qué nos dice eso, quiere atormentarnos maldita bruja? – Federico también estaba muy molesto.
-        En primer lugar no soy bruja, las brujas son horrendas y yo soy hermosa. En segundo lugar, quiero ayudarlos.
-        ¿Por qué querías ayudarnos?
-        Hasta donde sé ustedes son familia.
-        Se supone, que sí, pero piensen, esta familia es disfuncional. Quisiera abrir mis alas y escapar, ustedes me ayudaran, a cambio salvaran a su querida Ana… shh silencio – Anabel se llevó el índice derecho a la boca -, alguien viene, me imagino que terminó mi turno – Anabel  nuevamente cubrió su rostro, segundos después entró un hombre con su rostro cubierto, bastante alto.
-        Luke, por fin vienes a relevarme – Anabel les dio la espalda y camino rumbo a la salida de la cueva diciendo -. Sigue así y tendré que comentarle a Bastían, el incumplimiento en tus turnos.
   Una nueva jornada de camino, las noches se ponían más frías a medida que se acercaban al fin del bosque de las almas perdidas. La incertidumbre y el miedo, no permitían dejar  a ninguno de los dos pensar en cómo escapar y ayudar a Ana. Durante su ardua jornada enjaulados rodeados por encapuchados, comiendo escasos pedazos de fruta. En la cabeza de Clark el recuerdo de su hermana y las palabras de Anabel lo consumían en lo más profundo de su ser.
   Una mañana mientras trataban de descansar, Federico recordó algo, su piel palideció. Caminaba por toda la jaula, golpeaba su cabeza con la mano, contaba con su dedo, dejando salir pequeños sonidos incomprensibles, Clark lo miraba sin entender que sucedía - ¿Federico qué pasa? – preguntaba pero sus palabras se desvanecían en el aire sin ser escuchadas por el cazador de lobos, quien permanecía cavilando. De repente regreso a ver a Clark y le susurró.
-                    --         ¿Cuántos días llevamos en este bosque?
-                    --         No lo sé, cinco o seis días, ¿Por qué?
-        Estamos cerca de la luna llena – Clark se quedó sin habla, había olvidado que pronto se convertiría en una bestia, en un hombre lobo. Era una bendición dadas las circunstancias, o seguía siendo una maldición.
-        No puede ser, con todo esto lo olvide… - Clark hizo cuentas con su mente -. Hoy es luna llena.
-        ¿Luna llena? – preguntó Anabel, quien apareció a cumplir un nuevo turno de vigilancia - ¿Qué ocurre con la luna llena?
-        Que… que…
-        Ana necesita medicina, y se la damos cada luna llena –  Federico inventó una enfermedad extraña para Ana, al verse descubiertos. Sin embargo, Anabel no les creyó mucho y siguió haciéndoles preguntas hasta que llego una nueva jornada de camino.
   Anabel seguía instándolos para escaparse, pero nunca le había tocado vigilarlos otra vez desde ese día, y cuando tuvo la oportunidad nuevamente, escucho algo sobre luna llena, medicina y Ana. Escuchó algo que no le daba buena espina y se concentró en sacar toda la información posible para entender  tan extraña situación.
   Durante el viaje, Clark y Federico se la pasaron susurrando, había llegado la hora de la verdad. La luna llena se posó en lo alto del firmamento. Una esfera plateada y majestuosa adornaba un cielo despejado y estrellado, como aquella luna llena cuando escapo con Ana para jugar, hasta que un hombre lobo lo mordió, condenándolo a ser un monstruo. La situación era peor, se encontraba enjaulado, junto a un hombre inocente.
   El brillo de la luna, hipnotizó sus ojos, sus músculos comenzaron a crecer, su piel ardía como si estuviera ardiendo en fuego, le estorbaba, algo crecía en su interior – huye Federico -, gritó, los fríos se pusieron alerta. Federico entendía que tenía que huir, pero si estas en una jaula, ¿cómo huyes?  
-        Federico… Federico…. –  Clark rugía, con sus brazos arrancó dos barrotes -. Sal de aquí… grag ¡ahoraaa! – sus manos crecieron y  largas uñas, brotaron de ellas, luego comenzó a destrozar su ropa y su tamaño era desproporcional - ¿Qué estas esperando grr? – su voz ya no era normal, salía entre gruñidos.
Los fríos se acercaron a la jaula, Clark arrancó dos barrotes más y se lanzó fuera de la jaula, con estos propinó duros golpes a sus captores. Era el momento indicado, Federico trato de escapar, en medio de la distracción fue fácil, todos los encapuchados se encargaban de detener a Clark.
   Clark se arrancó la piel con sus filosas garras, un extraño pelaje negro comenzó a brotar sobre su piel destrozada y sangrante, sus zapatos de rompieron y enormes y peludos pies salieron. Un aullido siniestro se emitió de sus fauces. Bastían ahora sabía a qué se enfrentaban, su peor enemigo, un hombre lobo. Las mandíbulas de Clark comenzaron a crecer junto con sus dientes, sus orejas y sus ojos. Era un hombre lobo enorme, su pelaje negro brillaba por el reflejo de la luna, sus ojos eran cafés, de sus grandes fauces salía saliva, blanca y espumosa. Luego comenzó a destruir todo a su paso, ningún frío fue rival para él, con sus enormes garras y patas bastaba un golpe para que sus oponentes vuelen por los aires. Bodgan se lanzó a Clark, este le enterró su garra derecha, justo en el corazón. Bastáin quedo petrificado al igual que los demás, la otra garra de Clark, se movió rápidamente, degollando el cuello de Bodgan, su cabeza cayó en los pies de Bastían y Rupert. Clark incursionó en el bosque, a su paso destrucción y fríos muertos quedaron, de Federico no hubo rastro. En lo profundo del bosque un aullido se escuchaba, cada vez más lejos.
     
      

sábado, 17 de agosto de 2013

CLARK EL HOMBRE LOBO.

EL BOSQUE DE LAS ALMAS PERDIDAS.

Nuevamente el haz de luz que ingresaba por algún agujero se desvanecía lentamente. El gigante de respiración  sibilante entraba, encendía los candelabros y se iba. Rupert, Bogdan y Bastían ingresaron como sucedió la noche anterior. Bastían sonrió con su acostumbrada sonrisa maliciosa, los tres lucían mejor, sin ojeras y más rejuvenecidos.
-                     --       Espero hayan dormido bien – dijo Bastían.
-       No tan bien como ustedes – dijo Ana en tono cargado de sarcasmo, indicando las cadenas que la aprisionaban.   
-       La verdad yo no quiero cordialidades, les perece si vamos directo al grano – dijo Rupert, se veía malhumorado y sus ojos centellaban como si tuvieran fuego.
-       Ten paciencia mi querido Rupert, estoy seguro que ellos nos darán lo que queremos… ¿no es verdad? – Bastían clavó sus ojos ámbar en Ana, como si supiera que ella tenía el mapa.
-        Se los daremos, pero no lo tenemos aquí – Federico dio inicio al plan.
-       ¿A no, entonces dónde? – ahora Bastían ponía su atención en Federico.
-       Lo escondimos en el castillo.
-       Qué raro, recorrimos el lugar de cabo a rabo – protesto Rupert, incrédulo -. Te podría jurar, que no se quedó ningún espacio por examinar.
-       No estés tan seguro mi querido Rupert – dijo Bastían en tono cordial -. Los castillos son enigmáticos, te aseguro que nunca conocerás un castillo a la perfección, incluso esté tiene espacios que no han sido inspeccionados en siglos. Además creo en la palabra de estos tres jóvenes, si dicen que está en ese castillo, allá esta – la sonrisa de victoria de los tres se desvaneció tan rápido, como un trozo de hielo sometido al calor –. Es por eso, que la bella Ana se quedara en vuestra compañía.
-       Jamás, ella debe ir con nosotros – protestó Clark.
-       Oh mi querido Clark, me temo que si quieren libertad, deben atenerse a lo que mis hermanos y yo demandamos.
-       ¿Son hermanos? La verdad no les veo parecido.
-       Que no te engañen nuestros rasgos físicos, linda Ana.
-       Eso no es el tema, debemos ir los tres o no ir nadie.
-       Una vez más me veo en la penosa necesidad de imponer nuestra voluntad, y para efectos prácticos, lo toman o lo dejan. Desgraciadamente ya casi amanece, prepárense para el viaje, saldremos mañana al atardecer.
-       ¿Por qué no salir al amanecer? – preguntó Federico.
-       Porque el sol hace estragos en nuestra piel, eso naturalmente nos pone de mal genio, y te aseguro que no quieres vernos de mal genio. Ahora si no les molesta me iré a descansar, os aconsejo hacer lo mismo, para tener un viaje placentero, rumbo al castillo de Bernard Ager.
    El panorama se oscurecía, como una antítesis al radiante sol que se imponía en lo alto del castillo de los fríos. Habían elaborado un plan brillante, pero tenía muchas falencias, contras que no se tuvieron en cuenta, ahora era tarde, se arriesgaban a tener un viaje sin retorno y la bella Ana sería presa de tan abominables monstruos como los trolls.
-                     -        ¿Qué vamos hacer?
-                     -        ¿Cómo no pensamos en esto antes?
-       No tiene caso lamentarnos, tenemos poco tiempo para pensar un plan b.     
-       Si Federico, de acuerdo contigo, pero no se me ocurre nada, tengo mucha hambre.
-       Entonces Clark, come lo que te trajeron esas bestias.
-       Está bien, pensemos en un plan.
    Debates inútiles se llevaron a cabo, Clark se mantenía en no dejar a su hermana a merced de los fríos. Ana dispuesta a sacrificarse por una buena causa, Federico dispuesto a sacrificar todo por la vida de dos personas que apenas conocía, sin embargo, había aprendido a querer. Las horas se consumían, la escasa luz se marchaba. Cerca a la hora cero, los minutos se enlentecían, el aire se enrarecía y una capa de incertidumbre cargaba la atmósfera de miedo y tinieblas.
    Nuevamente el atardecer llegó, los fríos entraron, un sequito de hombres vestidos con capuchas los acompañaba. Desataron a Clark y a Federico dejando a Ana encadenada en el calabozo.
-                      -        Yo me quedare por ella – pidió Federico.
-       Debo rechazar su propuesta, honorable hombre. He dicho que ella se quede y así será.
-       No lo permitiré – Clark se revelo, forcejeo con los hombres que lo mantenían prisionero. Un movimiento imperceptible y rápido le permitió liberarse de la presión. Los encapuchados eran fuertes, pero Clark fue más fuerte y los lanzó lejos, estrellándolos contra los muros.
    Después quiso atacar a Bstían, sin embargo, Bogdan se interpuso y lo derribo fácilmente. Clark estando encadenado no fue oponente, para el rubio.
-       Déjame decirte que eres muy fuerte, derivaste a cuatro de nuestros hombres estando encadenado – dijo Bastían – además son muy fuertes, claro no eres enemigo para el buen Bogdan, pero serías un buen recluta en mi ejercito – después sonrió -. Y a propósito de tu solicitud, se dijo que Ana se queda y Ana se quedara.
-       Yo me encargo del muchacho – se pronunció Bogdan, lo tomó con fuerza de la cadena y lo arrastró rumbó al carruaje.
-       No te preocupes por Ana – dijo en tono burlón Rupert -, ella estará bien cuidada por Pes, Te y Mugre, nuestros fieles trolls.
-       Sabía que eran trolls.
-       Si mi querido Federico, y déjame decirte que son muy serviles… a propósito es una suerte que nosotros no comamos lo que preparan, sería una pena tener que despedirlos – Bastían junto sus manos, emitiendo un sonido de aplauso –. Ahora si no les importa el tiempo apremia, vámonos.
Nuevamente fueron embarcados en el carruaje que los llevo hasta ahí, esta vez no los cubrieron, iban acompañados de doce hombres, tres de los cuales eran sumamente malvados – quiero que conozcan parte de nuestro hogar -. Dio la orden Bastían. El camino únicamente era iluminado por las antorchas del carruaje. Pronto estaban en lo profundo del bosque de las almas perdidas, el aullar de lobos era estremecedor, el frío insoportable, añadiéndose a eso el miedo e incertidumbre dejando a Ana sola en ese feo calabozo del castillo. Enormes arboles rodeaban el bosque, ramas caían y combinando con la escasa luz, izaban imágenes fantasmagóricas, de monstruos con grandes garras, esperando a devorar a los desprevenidos que pasaban por ahí. El ulular del viento entre los árboles, era aún más aterrador, reproduciendo una música de ultratumba.
    Los caballos negros y enormes, sincronizados arrastraban el carruaje a gran velocidad, sus cascos chocaban en piedras, charcas, ramas y suelo firme, una perfecta sinfonía de terror.
-                 --           Si no conoces el bosque de seguro te perderás – argumentó Bastían, que había aparecido cerca de ellos, sin ni siquiera ser notado.  
-                    --         ¿Por qué estás tan seguro? – preguntó Clark.
-        Muchos han querido ir detrás de nuestra basta fortuna, sin embargo, no saben que aquí cosechó vidas, alimento para mis hombres – Clark y Federico se estremecieron al escuchar esas palabras, qué clase de monstruos son los fríos, acaso caníbales que se comen a la gente, la incertidumbre por Ana creció y el corazón de Clark comenzó a latir con más fuerza, sus manos sudaban y su respiración se hacía más rápida -. Aquí hay muchas trampas naturales, caminando en la selva, las ramas de árboles te tomaran por rehén, son tan gruesas y fuertes que ninguna espada  puede destrozarlas, fíjate bien donde pisas, porque aguas profundas pueden devorarte, remolinos que te arrastran sin poder impedirlo, lobos hambrientos y feroces, volcanes en constante actividad que te calcinarían en segundos – miró a los muchachos y sus ojos resplandecieron, era como si quería indicarles el bosque, tentarlos a penetrarlo y ser presas de su poder -. Incluso si logras sobrevivir a esos terrores, no podrás ingresar al castillo, como te pudiste dar cuenta mi buen Clark, somos fuertes, romperíamos tu cuello en un abrir y cerrar de ojos.
-        Hermano pronto amanecerá, debemos descansar – Rupert sin ser oído se acercó a ellos.
-        Vaya no me di cuenta, saben  donde descansar.
    El carruaje se detuvo, los ocho caballos fueron, amarrados a unos árboles, donde empezaron a  comer del pasto que crecía cerca. De los seis carruajes enganchados, se llevaron dos que estaban cubiertos de mantos negros, los metieron en una cueva. Después se llevaron los cuatro carruajes restantes a otra cueva.
    Federico y Clark quedaron solos en esa cueva, nadie los vigilaba. Era una opción única para escapar y regresar a rescatar a Ana, quien permanecía cautiva en el calabozo del castillo de los fríos. Había que intentar escapar, como dé lugar. Las cosas estaban pasando de castaño a oscuro. 

CONTINUARÁ...