UN HÉROE Y YO.
En aquel instante, algo fluyo en mí. No sé si el
aguardiente estaba haciendo estragos, o
la adrenalina producida por la alta velocidad, estaban haciendo subir mi
valentía. Acelere a fondo y arrolle al de cabello verde. El salió volando y yo
frené en seco, me baje del auto y corrí a socorrer al enmascarado. Pero él ya
se estaba incorporando, media cerca de 1.80cm, usaba un traje ceñido al
cuerpo, una larga capa que llegaba hasta sus tobillos, engalanados por
unas botas, todo su traje era negro. Le costaba ponerse de pie, estaba malherido, en su labio,
tenía una cortada profunda.
-
Gracias – dijo con la voz gruesa y retumbante,
pero a la vez débil y cortada. Me aparto con su mano enguantada. Me aparte
estupefacto. Justo donde había caído el de cabello verde, ya no había nadie.
- Quietos – ordeno una voz chillona, pero firme.
Regrese a ver. Ahí estaba, ahora lo
miraba mejor. Parecía un payaso, su boca estaba pintada de rojo y unas
cicatrices, daban la apariencia de tener una gran sonrisa, sus ojos pintados de
negro y su rostro blanco. Era un payaso, un payaso macabro, con la mirada fría
y loca a la vez. Encorvado se acercaba a nosotros lentamente, con una
metralleta en sus manos.
- Esto no me gusta – dijo y arrojó el arma al
suelo y saco dos cuchillos, de esos de carnicero -. Así está mejor – y soltó
una risa estridente y frenética.
- Vete de aquí – me dijo el enmascarado y se lanzó a
pelear con el villano. Sin embargo, estaba tan mal herido que no podía propinar
golpes certeros al payaso.
Mi valentía otra vez subió a valores increíbles, y decidí
atacar al payaso. Sin embargo, esta vez no pude intervenir. Alguien me tomo
por la espalda, colocando el filo frío
de un cuchillo en mi garganta. Quieto, susurró en mi oído. Era una voz
femenina, tenía una mezcla de dulzura y malicia, su aliento tibio me acarició
el oído. Quise luchar y desasirme de la presión, pero si tienes un cuchillo en
tu yugular, no puedes hacer mucho.
El payaso venció fácilmente al enmascarado y ahora se
acercaba a mí, con su mirada despiadada y sonriendo. La mujer me soltó y el
payaso me propinó un golpe en la cara, que me hizo perder el equilibrio y caer.
Desde el suelo pude ver a la mujer, estaba vestida de arlequín, de rojo y
negro, cabello negro, pintada sus mejillas y labios de rojo y su rostro de
blanco. Su traje estaba tan pegado al cuerpo, que resaltaba una figura escultural.
Ella danzaba alrededor de mí, sonriendo, mientras el de cabello verde lanzaba
patadas al aire, que no alcanzaban a pegarme, pero si me daban terror.
La mujer me tomo del cuello. Parecía ser frágil, pero poseía
una gran fuerza. El de sonrisa macabra se acercó a mí, y puso una máscara en mi
boca, después abrió una pipeta de esas de oxígeno, un líquido sin olor y frío, penetró mis fosas nasales.
- - Prueba mi nuevo producto – dijo enseñándome sus
grandes dientes amarillos.
Algo extraño comenzó a sucederme. Un deseo frenético de reír
se apodero de mí, perdí el control sobre mis músculos faciales. Poco a poco comencé
a reírme como loco, aun sin querer hacerlo. Sin embargo, no era felicidad lo
que sentía. Mi corazón latía cada vez más rápido, todo mi cuerpo se ponía
tieso.
En medio de mi parálisis, pude ver como el enmascarado
propinaba golpes al payaso y lanzaba una especie de dardo a la mujer, que la
sacaba de la pelea. Las imágenes se ponían oscuras, ya solo miraba manchas, era
imposible observar quien iba ganando. De repente todo fue tinieblas y no
recuerdo que más paso.
Las imágenes volvían, sin embargo el escenario era otro. Parecía
ser una cueva, a lo lejos se escuchaba una cascada, y encima de mi, ojos rojos me
miraban cautelosos. Murciélagos revoloteaban chillando por la cúspide de la
cueva. Pude incorporarme y una infraestructura más moderna me saludaba. Con computadores,
cámaras de vídeo, un vehículo similar a un tanque y el hombre de negro, siendo
atendido por un hombre anciano.
Me acerque a ellos, el de capa seguía con su máscara, el
anciano dejo su labor lavó sus manos, y me ofreció una taza de café.
- - Dentro de poco, vas a estar mejor - dijo el
enmascarado.
- - Eso espero me duele, todo el cuerpo.
- - Tú me salvaste, ahora te devuelvo el favor.
- - Gracias – dije y me bebí el café, estaba
delicioso. Luego me empecé a desvanecer. Nuevamente miraba manchas e imágenes borrosas,
finalmente otra vez quede en blanco.
Al despertar, estaba en mi habitación, adolorido y con un
fuerte dolor de cabeza. Reaccione me levante de mi cama y baje al garaje. Ahí estaba
mi carro perfectamente estacionado. No puedo decir que fue real y que no. Recapitulando
en mi cabeza, todo era tan confuso, creó que la borrachera, me había hecho
vivir una aventura fuera de serie.
Regrese a mi habitación, una carta reposaba en mi mesita de
noche.
“Tu ayuda fue fundamental, en una nueva victoria contra el
mal. Ahora eres mi amigo. Gracias por tu ayuda. Atentamente: El caballero de la
noche”.