MUERTE LENTA.
Recostada en una cama, aun comienza a vivir, y ya se ve
enfrentando la muerte. 16 años y una vida por delante se ven truncados, por un
deseo irracional por morir ¿qué problemas puede tener alguien tan joven? Se ve
rodeada de personas que no conoce, que la examinan, inyectan algo por sus
venas, le chuzan su delicada piel para tomar muestras de laboratorio, desnuda
se siente indefensa, ojos la miran, pero no hay malicia, todos quieren ayudarla
pero saben que es un camino sin retorno, el veneno ha ingresado en su sistema,
ni estando ahí, en una unidad de cuidado intensivo se salvará.
Ahora sabe que ha cometido un error, buscaba la muerte pero
no sabía que iba ser tan lenta. Todavía es consciente y puede hablar, sin
embargo, solo responde sí o no, quiere pedir a gritos que la salven, si tan
solo hubiera pensado un momento lo que hacía, nada de esto estuviera pasado. Ahora
el veneno comienza a carcomer su garganta, le duele tragar saliva, siente como
si fuego bajara por su esófago, sus mucosas se han reseco, no puede pasar alimento, esto es
solo el comienzo, poco a poco sentirá que el oxígeno le falta.
Afuera espera su madre angustiada, llora por su hija,
lamenta haberla abandonado, la dejó sola, quisiera haberle dado más tiempo a
ella y menos al trabajo, pero era la única manera de asegurarle un estudio y
que no termine como la mayoría de niñas del pueblo, embarazada. No obstante
nunca imaginó que su pequeña hija tomará esa decisión tan radical. Ella no
puede ayudarle y reza para que la mano divina de Dios, les dé a los médicos la sabiduría
necesaria para ayudarla.
El fin se acerca, sus labios se han puesto morados, su nariz
en un esfuerzo por llevar oxígeno a sus pulmones aletea, sus fosas se abren y
cierran al principio lentamente, pero después se van moviendo más rápido. El esfuerzo
no es suficiente, sus músculos comienzan a actuar, todo su tórax se mueve, no
hay nada que hacer, el alma de esa niña se niega a dejarla pero su rostro y
cuerpo demuestran sufrimiento y angustia. La niña mira a su alrededor, su
rostro es angelical, lagrimas quieren salir, busca una mano amiga, el dolor que
carcome su pecho es insoportable, encuentra entre la multitud una mano, no le
importa de quién es, solamente aprieta con fuerza, quizá así el dolor interno
se apacigüe. El oxígeno es tóxico, no pueden darle oxígeno complementario o
aceleraran su muerte.
Finalmente la muerte llego, el cadáver de una inocente niña
reposa en la camilla. Es tan pura y bella que cuesta trabajo pensar que está ahí,
porque bebió paraquat (un poderoso herbicida), para acabar con su vida. Su cuerpo
desnudo y perfectamente delineado, sus manos frágiles y pequeñas entrelazadas
sobre su estómago. Sus ojos se han cerrado, parece que ese ángel solo está durmiendo,
su cabello castaño desordenado sobre la almohada. Tristeza inunda a todo el
personal que presenció su deceso, algunas son madres y piensan en sus hijos,
otros simplemente no pueden creer que alguien tan joven tome una decisión tan
fatal.
Su madre al enterarse de la noticia llora sin consolación, se
ha quedado sola, su única compañera la dejo. Su esposo la abandonó, su familia
se fue, que le espera de ahora en adelante. Dicen que los padres nunca deben
ver morir a sus hijos. En qué momento del camino se alejaron y su princesa cayó
en la depresión, tal vez alguien jugó con sus sentimientos, quizá se sintió una
carga para su madre, sea lo que haya sido, ya no había vuelta de hoja, la muerte
implacable reclamo el alma de una princesa, ni su belleza ni su dulzura la pudieron salvar.
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