LAS RELIQUIAS MALDITAS.
Federico descansaba sobre un suelo frío y rocoso, regresaba
poco a poco de su estupor, sintiéndose pesado, como si hubieran atado piedras a
sus extremidades. Con mucho esfuerzo se levantó del suelo, agarrándose de las
filosas rocas que lo rodeaban. De repente sintió pasos, alguien entraba y
dejaba caer algunos maderos en el suelo.
- Vaya por fin despertaste – dijo una voz femenino
y dulce. Un sonido que Federico conocía, aun en su estado de somnolencia.
- ¿Qué paso? – fue lo único que pudo decir.
Segundos después una luz anaranjada recorrió el lugar, rocas filosas por
doquier, era una cueva oscura y fría - ¿Dónde estoy?
- Tu amigo desató su furia y propino un gran golpe
a Bastian, espero que eso responda tu primera pregunta – Anabel se acercó a
Federico, puso sus manos en los hombros y lo obligó a sentarse sobre el suelo
-. Estamos en una cueva lejos del bosque de las almas perdidas.
- ¿Qué paso con Clark?
- No lo sé, logró escapar.
- ¿Y por qué me ayudas?
- Los esperaba, sabía que ustedes eran mi boleto
de salida, para escapar de Bastian.
- ¿Por qué querías escapar de ese monstruo?
Anabel guardó silencio, la luz anaranjada resaltaba sus
facciones delicadas, parecía una porcelana, sus ojos verde oliva centellaban y
su sonrisa angelical regalaba un poco de paz a Federico. Empapó un pedazo de
tela en una jarra, y limpio la frente del hombre, justo en el lugar donde más
le dolía. Sin embargo Federico no dijo nada y solo se quedó contemplando a la
mujer, con un mar de dudas en su cabeza, quería saber todo lo acontecido.
- Puedo ver que esconden las personas en sus
mentes – dijo Anabel antes de que
Federico pudiera articular alguna frase lógica. Aunque oír eso parecía ser
descabellado.
- No entiendo.
- Cuando fueron encontrados en el castillo de Ager,
mire que tenían el mapa y quien era Clark. Bastian iba a matarlos, pero yo
siempre he sido su consejera, su oráculo, pidió mi asesoría – Anabel se sentó
al lado de Federico y apoyo su espalada sobre la fría pared filosa -. Vi en la
mente de Clark todo lo que tenía que ver, vi que pronto sería el verdugo de
Bastian.
- No creo que hayas visto eso en Clark, nunca
habíamos visto a Bastian hasta ese día.
- Cuando veo en la mente de alguien, Puedo ver su
futuro inmediato, sus miedos, alegrías, pensamientos, puedo ver todo.
- ¿Y qué viste en Clark?
- Que era un hombre lobo, que se convertiría en el
archienemigo de Bastian.
- ¿Y ahora dónde está Clark?
- No lo sé, mis visiones me dicen que debería
estar vivo – Anabel abrazo sus rodillas pegándolas a su pecho -. Pero, son
cambiantes, cualquier suceso puedo darles un sentido diferente, es más ni
siquiera pude ver el ataque, como sucedió, Bastian moría en mi visión, así que lo único que pude hacer fue sacarle partido.
- ¿Partido? – Federico estaba más confundido que
antes, estaba hablando con un ser sobrenatural que miraba visiones -. No
recuerdo nada, simplemente Clark gritaba que corra y me abría las rejas de la
jaula.
- Sabía que pronto se convertiría, Bastian
sospechaba de mí, lo habían puesto en contra mía y no volvió a dejarme
vigilarlos. Al igual que ustedes fui su rehén, cuando Clark comenzó su
transformación, la confusión e incertidumbre, me dieron la oportunidad perfecta
para escapar. Tu saliste del carruaje, pero estabas tan estupefacto que te
quedaste ahí, Clark lanzó un barrote y este impacto en tu frente, te noqueo –
Anabel sonrió y las luces anaranjadas producto de la hoguera, iluminaron la
belleza de la mujer -. Fui por ti y te arrastre a un arbusto, ahí nos
ocultamos. Vi todo, vi la tenacidad de Clark, vi su fuerza, su ira, su poder,
vi como decapito a Bodgan, vi el futuro de Bastian, en su rostro se dibujó venganza,
nunca nadie lo había lastimado así antes, él era el causante de dolor, por
primera vez alguien se lo propino.
- ¿Qué paso después?
- Clark huyó, no sé a dónde. Bastian tomó el
cuerpo de su hermano decapitado en brazos, Rupert recogió la cabeza y se fueron
de ahí, dejando que el resto de cadáveres se vuelvan parte del bosque. Luego
pude sacarte de ahí y traerte hasta esta cueva para curar tus heridas.
- Gracias – por primera vez Federico le sonreía a
Anabel.
- De nada. pero soy yo la que les tiene que dar las
gracias.
- ¿Por qué habrías de hacerlo?
- Bastian me quito la vida, mi familia, hogar,
todo absolutamente todo me fue arrebatado – los ojos de Anabel emitieron
tristeza, y una lagrima rodó por su mejilla, inmediatamente ella frenó su
llanto y volvió a adoptar su carácter fuerte e indestructible -. Bastian
recorría el mundo robando tesoros y vidas, saciando su voraz apetito, y
consiguiendo mujeres bellas. Mi aldea fue víctima de sus deseos. Yo contaba con
16 años, él se aprovechó de mí, fui víctima de su deseo y caí en su
hipnotizante poder, involuntariamente me entregue a él y me convertí en uno más
de sus fríos. Con un valor agregado, desde que me convertí en uno de ellos pude
ver mentes, Bastian adoraba mis presagios y me condenó a vivir con él por
siempre.
- Lo lamento.
- He vivido 10 años, tratando de escapar de este yugo,
ser libre.
- ¿Y nunca envejeces? – Anabel se miraba joven, en
la cabeza de Federico se sumaba 25 años, sin embargo era una niña.
- No, he parecido de 16 años desde hace 10.
- ¿Comes, duermes, bebes…?
- Solo necesito una cosa… sangre, la sangre calma
mi hambre, mi sed, es como una droga. Duermo de día, porque la luz del sol me
quema, soy inmortal.
- ¿Beberás mi sangre?
- No, ha sido difícil controlar mi deseo, pero he
logrado reducir mi menú a vacas, cabras, lobos, cualquier animal que
vague solitario en los bosques de este basto mundo. Cuando fui convertida,
controlar mi apetito era imposible, a medida que pasaba el tiempo me aleje de
la crueldad de los fríos y me convertí en un ser diferente, Bastian aceptó mis
gustos solamente por mi gran don, a pesar que todos los demás odiaban mis
costumbres. En especial el propio Bastian, él es sanguinario, cruel, malvado, y
tiene un macabro gusto por la sangre juvenil.
- ¿Por qué quiere el mapa, qué contiene? - Federico entendía que Anabel sabia para que
era el mapa, e iba a saberlo ya mismo.
- Las reliquias malditas -. Dijo Anabel, Federico
nunca había escuchado sobre esas reliquias.
- ¿Las reliquias malditas, qué es eso?
- Se dice que antaño, se libraron batallas
brutales entre brujas, licántropos y vampiros. La razón, la misma de siempre,
poder – la llama de la fogata centelló, la cueva se ilumino, una tormenta se
aproximaba, el viento comenzó a soplar con más fuerza, sin embargo, Anabel
continuo con su relato sin sobresaltarse -. Existieron tres grandes poderes, uno al mando de cada
grupo: el legendario Drácula, padre de los vampiros, letal despiadado y muy
poderoso. La hermosa Dana, la bruja negra, como era conocida, de un poder sin
igual dueña de una magia excepcional, con solo mirarte podría hacerte perder la
razón y lanzarte a los brazos de la muerte. Y Bill Blade, Garra de Plata, se
revelo al yugo de los vampiros, su fuerza e inteligencia no tenían igual, el
único hombre lobo capaz de dominar su transformación.
- ¿Qué dices? ¿Un lobo capaz de controlarse? – Anabel
asintió, a la memoria de Federico llegaron aquellas escenas cuando sus padres
fueron asesinados por lobos, los cuales parecían tener voluntad propia.
- Así es, Garra de Plata era un asesino
formidable, de un manotazo podía dividirte en dos, de ahí viene su nombre.
- ¿Qué tienen que ver estos tres personajes con
las reliquias?
- Todo, un día su poder se desbordó, solo les
interesaba conquistar y destruir. Seres malvados sedientos de sangre, dominaban
sin que nadie pueda detenerlos. Incluso esclavizaron a su propia raza – la tormenta
aumentaba, el frío que entraba por la entrada de la cueva le helaba la sangre a
cualquiera -. La orden de luz tuvo que intervenir, restaron poder a los tres
grandes y restablecieron el orden universal.
- Cada vez me confundes más, son muchos nombres,
quiénes son esos de la luz, lobos, vampiros y brujas… hasta hace unas horas
cazaba lobos y ahora me dices que hay criaturas más letales y sanguinarias.
- La orden de luz, son los hechiceros más
poderosos. Exprimieron toda la sangre de Drácula, arrancaron el corazón de la
Bruja negra y amputaron la garra izquierda de Garra de Plata.
- Ahora entiendo los símbolos plasmados en el
mapa, traza exactamente donde están escondidos – Federico tenía nueva
información, no obstante no entendía que eran exactamente las reliquias
malditas.
- Se dice que si reúnes las reliquias – Anabel comenzó
a explicar, al ver la cara de Federico que aún le faltaba mucho por entender -,
y las unes obtendrás el poder de cada uno de ellos y serás indestructible. Mezcla
la sangre de Drácula, con la garra de Bill y el corazón de la Bruja negra, bébelos,
te convertirás en la criatura más poderosa de todo el mundo, lo mejor de todo serás
inmortal, dominaras por siempre al mundo – la lluvia arremetía con fuerza sobre
la entrada de la cueva, salpicando la fogata y a las dos personas que se
cobijaban en su calor -. Cuatro expedicionarios encontraron las reliquias, pero
al ver el peligro que representaban las reubicaron, creando un mapa para que
solo ellos sepan dónde quedaron. Desde hace años Bastían les sigue la pista, y
muy tristemente debo admitir que yo lo guié hasta Ager y su mansión, el último
lugar donde se encontraba el mapa.
- Vaya, siempre pensé que ese mapa era nuestro
seguro de vida, ahora estoy completamente seguro de que así es.
- Espero que Bastian no descubra que Ana tiene el
mapa – dijo Anabel, Federico la miro con temor, ella se apresuró a
tranquilizarlo -. Lo supe siempre, confiaba en el ataque de Clark, pero como
dije antes mis visiones cambian, pero no te preocupes, Ana seguirá viva… al
menos hasta que Bastian y Clark se enfrenten.
- ¿Cómo lo sabes?
- Bastian es muy vengativo y vio morir a su
hermano, con la misma moneda le pagara a Clark.
- Debemos ayudarla.
- Asi lo haremos, por ahora descansa… siento que
nos esperan días turbulentos – después de decir eso Anabel, caminó hasta la
oscuridad, su silueta se confundía con el ondular de las llamas de la fogata,
finalmente se perdió en la oscuridad. Federico se frotó con sus brazos su pecho
para abrigarse y poder dormir, aunque sean algunas horas. Por qué Anabel auguraba
días turbulentos. Horas de oscuridad se acercaban.
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