EL TESORO PERDIDO DE RUMANÍA.
Ana y Clark
pasaron tres días, revisando la mansión de Ager de pies a cabeza. Una gran
variedad de libros sobre lobos no dejaban nada claro. Un hombre lobo solo
contagia a otro, si lo muerde, ya que el virus está en su saliva. Se
transforman en luna llena, obteniendo gran fuerza, velocidad, resistencia,
filosas garras, capaces de romper hasta el acero, mandíbulas fuertes y
poderosas. Los licántropos pierden el raciocinio, pierden el control de sus
actos, destruyen todo a su alrededor.
Inesperadamente un ruido interrumpió la tranquilidad del castillo.
Clark tomó una espada colgada encima de la chimenea, Ana lo siguió con un palo
en sus manos. En el pasillo principal, un hombre encapuchado les apuntaba con
un arco.
- - ¿Quién eres? – preguntó desafiante Clark.
- Hola Clark, quedan quince días para la próxima
luna llena, aun no has encontrado la cura – Federico el cazador de lobos, descubrió su rostro y
guardó su arco.
- - ¿Cómo nos encontraste?
- Soy bueno en seguir rastros. Sin embargo, debo
admitir que no han avanzado nada, si contamos que el primer lugar para buscar
era este.
- Aquí hay infinidad de libros, archivos de
utilidad, tardaríamos años en examinarlos, ni siquiera Phillip los terminó de
examinar.
- Entiendo tu punto, pero es inútil quedarte aquí,
únicamente leyendo libros.
- Entonces ¿Qué propones?
- Mira simplemente les di más tiempo juntos,
parecen ser muy unidos, pero no hay nada que puedan hacer, en quince días, te convertirás
en una bestia y acabaras con todo lo que se cruce en tu camino, y si Ana está cerca,
resultara muerta.
- Jamás renunciare a mi hermano, tampoco dejare
que usted lo mate – Ana subió la voz y miró a Federico sin titubear, con ojos
llenos de esperanza.
- Ana debes hacerle caso a este hombre. Regresa a
casa, olvídate de mí.
- No lo entiendes Clark, de todas maneras él te
matara. Odia a los hombres lobos.
- Pues eso sería lo mejor.
- Esperen – ordenó Federico -. He luchado contra
lobos por años, nadie ha encontrado la cura y en cambio muchos han muerto.
- Es mejor que tome su arco y me entierre una
flecha de una vez por todas.
- Clark.
- ¿Qué…?
- Esperen vale la pena tomar estos días para
buscar, les ayudare.
- Y si llega la luna llena, agarrará su arco y
clavará una de sus flechas en mi corazón.
- De hecho, la flecha puede ser clavada en
cualquier parte de tu cuerpo, la plata te hará sangrar y el efecto regenerativo
desaparecerá y morirás.
- ¿Flechas de plata?
- Así es, yo mismo las hago.
- No quiero seguir oyendo cómo matar a mi hermano.
Dígame cómo nos ayudará.
- Miren si llegue a Phillip Ager, fue siguiendo un
rastro muy extraño, otras muertes realizadas por licántropos.
- ¿Qué tiene eso de raro? – preguntó Clark sin
entender nada.
- Los licántropos no siguen patrones. Seguramente
han leído que son inconscientes de sus actos, pierden el control – los dos
hermanos asintieron, estaban realmente interesados en la explicación -. Muerden
hasta devorar a su presa. En realidad de cada 10000 ataques de lobos, 1 corre
con la desgracia de ser convertido en hombre lobo. Si yo no hubiera disparado
esa flecha aquel día, tú ya estarías muerto.
- ¿Debo agradecerte?
- Claro que no, deberías odiarme.
- Entonces te odio.
- Gracias.
- Pero cuéntanos que es lo raro – interrogó Ana,
estaba bastante interesada en el tema.
- Está bien, bueno como recordaras te conté que un
hombre lobo mató a mi familia. Pero no te conté cómo ni dónde. Sucedió en Francia,
hace treinta años, en la casa de Sir Jhon Stward. Era de noche, mis padres
trabajaban para él. Recuerdo que aquella noche, hubo una reunión en la mansión,
mis padres se quedaron despiertos arreglando la casa después de la fiesta. Yo
dormía en una choza al lado de la mansión. Escuche gritos, que me despertaron,
me levante de sobre salto y me dirigí rumbo al lugar de donde provenían los
ruidos – Federico hizo una pausa, luego siguió -. Me asome por la ventana,
macabra escena la que encontré. Mi madre tirada en el suelo, cubierta de sangre
y mi padre a su lado degollado, los dos estaban muertos.
Busque con la mirada
a Sir Jhon Stward, él era arrastrado por un animal enorme, de pelaje negro, dos
más lo escoltaban. Estaba atado por
cadenas y golpeado, sangrando por la frente. El me miró, me hizo una seña para
que no lo siga. Salieron de la casa y se encaminaron al bosque, los vi perderse
entre los matorrales. Eran tres bestias, con apariencia de lobos, erguidos
como hombres, se desplazaban en dos patas. Supere el impacto de verlos y fui
donde yacían los cuerpos de mis padres. Ya era tarde, no quedaba rastro de vida
en ellos.
- - Así que por eso, te dedicas a cazar lobos, ¿pero
que tuvo ese ataque de raro?
- No lo ves Clark, todo es extraño… al ver a mis
padres así, salí a pedir ayuda, les conté a las personas lo sucedido, ninguna
me creyó. No hay hombres lobo en Francia, además nunca son tan corteses cuando
matan a alguien. Seguramente eran disfraces y secuestraron al señor Jhon decían.
Al final del día la suposición de secuestro acabo, el cadáver de Sir Jhon fue
encontrado atado a un árbol, degollado. Parecía haber sido asesinado de un solo
arañazo.
- Vaya.
- ¿Después te volviste en caza lobos?
- Así es. Me obsesionó el ataque, la venganza me
cegó, al igual que a ustedes, repace cuanto libro halle de hombres lobo. Sir
Jhon me adoptó como hijo, siempre me contaba historias y al morir fui su
heredero, ya que él no tenía hijos. Crecí solo, llenándome de información,
practicando tiro basándome en lecturas. Los busque por el mundo, en ese camino
encontré a otros cazadores de lobos, quienes me enseñaron a combatirlos. A los
quince años tuve mi primer encuentro con uno, salí bien librado con mucha
suerte.
- ¿Y lo extraño?
- Bueno con el paso de los años me convertí en un
buen cazador. Gane años de experiencia, y nunca vi un ataque similar al de Sir
Jhon, hasta el día que me topé con la muerte de Sir Thomas Hegel: la escena era
muy similar, la casa patas arriba, como si buscaran algo, y el cadáver de Sir
Thomas con un arañazo en el tórax. Algo aparte del asesinato llamó mi atención,
apretaba con su mano derecha un escudo, similar al que tenía Sir Jhon,
seguramente pertenecían al mismo grupo: el escudo tenía dos lanzas delante de
un escudo, el cual tenía en el centro un león.
Era la señal, dos
muertes del mismo grupo. Esa fue la pista que seguí, recomencé buscando los
nombres de los pertenecientes del grupo. Ellos eran caballeros, y fueron
convertidos en Inglaterra, ahí debía comenzar mi búsqueda. Los archivos
ingleses, no hablaban mucho del escudo, nadie ni nada daba razón. Sin embargo,
en mi investigación llegue a un nuevo cadáver. Sir David Brook. Mismo modus
operandi, casa patas arriba, cadáver no devorado, el escudo del león; el bono
de éste fue su colección de cartas, que pasaron por alto sus verdugos.
En sus cartas, explicaba que un grupo secreto los perseguía, buscaban
lo hallado en Rumanía. Era emocionante todo el mundo que se desentrañaba ante
mis ojos. En las cartas descubrí que eran cuatro, Jhon, Thomas, David, faltaba
el que enviaba las cartas, el que los advertía y los mantenía al tanto de la
situación. Nunca ponía su dirección, ni su nombre. Sin embargo, pude
encontrarlo a mi manera, buscando nunca le informaron de la muerte de David.
Por eso continuó enviando sus cartas, yo las recibía. En su última carta, dijo
que había sido descubierto, los que los cazaban eran excelentes cazadores,
parece que dominan lobos.
- - ¿Dominan lobos? ¿Creí que eran indomables? –
preguntó contrariada Ana.
- - Yo también, nunca me he topado con un lobo
domado, siempre son irracionales.
- - ¿Entonces?
- - No sé, yo simplemente les cuento lo que decía en
la carta.
- - ¿Ok y qué paso después?
- Él solicitaba ayuda, en pocos días lo
atraparían, daba su ubicación para que puedan ir a salvarlo.
- Qué pena, ignoraba que era el último
sobreviviente.
- Clark, deja continuar el relato.
- Si fue una pena, llegue muy tarde. Lo encontré
agonizando, su choza destruida. Antes de morir me contó de una expedición
secreta, fueron a Rumanía por algo, nunca lo abrieron, creyeron que era un
tesoro. De regreso fueron emboscados por una jauría de lobos, pudieron huir.
Los cuatro se escondieron y para poner a salvo el tesoro se lo entregaron a su
sirviente, Bernard Ager.
-
¿Ager?
- Así es. Este Bernard los acompañó en su
expedición, al final se llevó el tesoro.
- Vaya se aprovechó de la situación y se volvió
millonario.
- En realidad nunca uso el tesoro, si se hizo
millonario fue porque Sir Gerard, el de
las cartas le dio toda su fortuna. Bernard se llevó su familia a Escocia, armo
su mansión y se convirtió en el conde Bernard Ager, luego vino Phillip Ager.
- Y le seguiste la pista hasta aquí.
- Bernard Ager, murió de muerte natural y dejo
oculto el tesoro, ni siquiera confió la dirección en su esposa o hijo. Años más
tarde murió la madre. No hubo rastro del tesoro. Yo llegue primero a ellos, a
los cazadores les tomó más tiempo llegar a él. Aparte muchos lobos, pero
Phillip era imprudente, obstinado, un día fue atacado, llegue tarde.
- ¿Intentaste hablar con él?
- Claro que si Ana, pero era necio. Los lobos lo
destrozaron, eso creí hasta que un mes después se presentó el primer ataque de
Ager. Era un lobo normal, irracional, inconsciente, no seguía un patrón de
ataque. Dos meses después se presentaron otros ataques, luego desapareció.
Hasta el día que se le hizo tarde y no pudo encadenarse a tiempo, Bisont y tu
Clark, fueron los más damnificados de aquel día. Los lobos, llegaron aquí antes
que ustedes, si encontraron algo ya se lo llevaron.
- ¿Y qué haces aquí? ¿Esperas que me convierta y
me matas?
- Clark, algo hace a esos lobos diferentes, podría
pasar lo mismo contigo.
- Y dejar que tú me domines, ser tu lobo de
juguete… gracias pero no gracias.
- No quise decir eso, pero…
- Pero es eso o la muerte. Yo te prefiero vivo
hermanito – Ana dejo brotar una lágrima que bajó por su mejilla, Clark la
abrazo y entendió que era importante para alguien, tenía una persona que lo
quería y él también la quería, crecieron juntos, eran hermanos y amigos, eran
familia.
CONTINUARÁ...
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