EL ANILLO DEL DIABLO (Parte 3).
Mi tío llegó a casa dos días
después. Pase esos dos días saboreando planes macabros de cómo le iba hacer
pagar todo a mi tío; en medio de bombardeos de noticias sobre el terrible
crimen pasional de la pareja García. Mi tío llegó tan contento, yo lo esperaba
con una suculenta cena, carne asada acompañada de papas a la francesa, una
pisca de arroz y una suculenta ensalada de atún. No toque mi comida, mi tío la
devoro en un parpadeo. Ese corto tiempo mientras el comía yo lo aproveche para
leer su mente, escudriñar en ella. Mi tío Hugo era una manzana podrida, tenía
más pecados que años, y siempre le jugo trampas a mi inocente padre, y pensar
que siempre lo creímos el mejor tío del mundo.
-
Así que tú aconsejaste a mi padre, para comprar
ese seguro de vida – dije y el rostro del tío palideció.
-
¿De qué hablas sobrino?
-
Sabes de que habló, tu ambición mató a tu
hermano y a la supuesta familia que querías – el trato de defenderse, pero le
fue inútil, yo seguí con mi juicio -. Ahora narraras tu crimen, dejaras una
carta y te quitaras la vida, te ahorcaras -. El efecto del anillo era tan
poderoso que mi tío inmediatamente empezó a escribir, su mirada divagaba en
lugares que yo desconocía. Lo deje terminar su trabajo y salí de la casa,
camine por la ciudad, la emoción que esperaba invadirme no lo hizo, un nudo en
mi garganta y un vacío en el pecho me acompañaron por todo mi camino. Hasta que
llegue a la casa y encontré el cadáver de mi tío colgando en el techo de la
sala, en la mesa descansaba una carta de dos hojas, relataba cada detalle de
como ideo su atroz plan. Llame a la policía.
El crimen quedo claro, los medios
bombardearon la ciudad, con lo del crimen pasional y el suicidio de mi tío. La
policía no preguntó mucho y cerró el caso, por fin había vengado a mi familia.
Sin embargo, no me sentía tranquilo, ni feliz, ese vacío en mi pecho se hacía
más grande día tras día. Un día el hombre que me entregó el anillo, apareció en
mi casa, como siempre sonreía.
- - ¿Y bien?
- dijo -. ¿Lo lograste?
- - Creo que sí.
-
Haber dámelo – extendió su mano -. Vamos dame el
anillo -, ordeno yo obedecí, tal como el Mano Negra, su esposa y mi tío me
habían obedecido a mí. Él lo observó y después me fulminó con la mirada.
-
¿Qué pasa? – pregunte.
-
Mira – me devolvió el anillo, cuando lo examine
no pude ver nada -. Mira sus gemas -. Tres gemas blancas habían cambiado de
color, ahora el anillo tenía once gemas lilas y solo una blanca.
-
¿Qué paso, qué es esto? – pregunte, no entendía
qué había pasado.
-
Encerraste tres almas, el anillo tenía espacio
para cuatro, es decir que te falta una.
-
¿No entiendo?
-
Falta un alma, entiendes, el contrato exigía tu
alma.
-
No… no – trate de despertar de la pesadilla,
pero no se trataba de ninguna, esto era tan real como saber que la lluvia te
moja
-
Espera aun tienes una solución, todavía queda un
alma libre a parte de ti, tráela a ella y tu alma quedara libre -. Me miró
fijamente, luego dijo – tienes dos días.
Mi mente no entendía, pase toda
la noche buscando a quien pertenecía esa alma de la cual ese hombre hablaba.
Era la pequeña hija del Mano Negra, quien estaba al cuidado de sus abuelos,
ella faltaba, con ella completaba las cuatro almas que llenarían los espacios
del anillo. Sin embargo, no pude tocarla, era muy dulce y al ver sus ojos
tristes no pude evitar sentirme culpable, deje a un alma pura sin sus padres,
huérfana, al cuidado de dos ancianos que ya no podían velar ni por ellos
mismos. Mire su alma, nada maligno ahí, ni siquiera odiaba a sus padres por
dejarla sola. No podía hacer eso. Al verla me sentí más culpable que nunca.
Al día siguiente, realice todos
los papeleos necesarios para que el seguro quedara a nombre de ella.
Después hable con sus abuelos, les di
algunas pautas sobre el dinero para la niña; con eso aseguraba sus estudios
escolares y universitarios, y una vida cómoda sin que le falte nada, les di las
escrituras de la casa y los papeles del taxi. Los abuelos firmaron muy
agradecidos, ignoraban que todo eso yo lo cause. Luego hice lo que tenía que
hacer, ese espacio que faltaba era mío, y el hombre de cara puntuda me
esperaba, sabía todo lo que había hecho.
-
Así que no quisiste salvar tu alma… hiciste un
acto desinteresado sin esperar nada a cambio.
-
¿Eso me libera?
-
Te libera del tormento, sin embargo tu alma ya
no te pertenece, has transgredido la naturaleza humana, asesinar destroza tu
alma y la separa de tu cuerpo. Pudiste reconstruirla pero ella nunca regresará
a ti.
-
Yo no los asesine – proteste sin energía, todo
eso me parecía tan justo que no supe por que quise refutar.
-
Los obligaste a hacerlo, recuerdas… si ellos
hubieran estado sin tu control jamás habrían hecho lo que hicieron – me
explicó, pero yo sabía que esa era la respuesta, tan solo quería alargar mis
últimos instantes.
Después de esa explicación el
desapareció, el anillo quedo sobre la mesa, la última gema se tornó azul, no
como el resto que eran lilas. Yo cerré mis ojos, sentí como mi cuerpo se hacía
liviano y empezaba a flotar, subí tan alto que las nubes únicamente eran
visibles. Una mano me esperaba, la agarre tan fuerte y ella me halo hasta ella,
ahí me esperaban mis padres y mi hermano, me reuní a ellos y nos fusionamos en
un solo latir, inmensas alas cafés y blancas se desplegaron, brillaron en lo
alto del firmamento, después todo quedo en blanco para darle paso a un halcón,
el cual atravesó el cielo para siempre.
Era como si yo viajará en él, es
decir, sentía desplegar las alas del halcón como si fueran mías, miraba lo que
el halcón veía. También sentí que no estaba solo, mi familia iba conmigo, como
si todos fuéramos parte de esa inmensa ave. Me sentí libre, como hace mucho
tiempo no lo hacía, la paz me gobernaba. Llegue a una gran pared blanca, la
cual no me permitía pasar, mi alma no atravesaría esa capa blanca que
deslumbraba mi vista, mi alma no pero la de mi familia sí. Me despedí de ellos,
ellos encontraron paz, yo no.
No entre a ese mundo, pero tampoco a otro. Mis
actos de bondad me salvaban del infierno, pero mis actos criminales no me
permitían entrar al cielo; es decir mi castigo sería vagar en este mundo, jamás
mi alma encontraría un lugar, a partir de ahora era un espíritu errante, un
ente destinado a vagar por el mundo para siempre.
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