jueves, 29 de agosto de 2013

CLARK EL HOMBRE LOBO

PRIMERA TRANSFORMACIÓN. 



    Clark y Federico se encontraban solos, en aquella cueva, encerrados en una jaula de acero. Una vez más se hallaban en medio de sombras a plena mañana. El cambio de horario al que los habían acostumbrado los tumbaba de cansancio, no obstante el miedo que crecía en su interior era tan fuerte, como para mantenerlos despiertos.
-    Nadie nos vigila, debemos intentar escapar – dijo Clark malhumorado por la falta de sueño.  
-        ¿Recuerdas esas cosas amarillas y de aliento fresco? – Clark asintió -. Nunca nos dejaron sin vigilancia, en el castillo, acá porque tiene que ser diferente.
-        Pues porque no los he visto, ni escuchado su respiración musical.
-        Los trolls son lentos y retrasarían nuestro viaje – dijo una voz angelical oculta en las sombras.
-        ¿Quién anda ahí? – preguntaron los hombres al unísono.
-        Soy Anabel – dijo la misma voz saliendo de las sombras, usaba el mismo traje que los demás fríos, pero con su rostro descubierto; era la mujer más bella que Clark había visto: tenía unos profundos ojos verdes oliva haciendo juego con su rostro redondo y pálido, delineado por gruesos cabellos rubios, que caían en espiral; sus labios gruesos y rojos lo invitaban a besarlos. A todo eso se sumaba su elegante y firme caminar -. Desde algún rato los vigilo.
-        Creí que ustedes dormían en el día.
-        Es lo más lógico, pero nos turnamos para vigilarlos… ¿no creyeron que se los iba a dejar sin vigilancia – la mujer sonrió, al siguiente momento se encontraba frente a ellos -. Yo soy el primer turno y, no necesitaba que supieran que oía sus absurdos planes de escape.
-        ¿Si pueden estar despiertos de día, porque viajar de noche? – preguntó Federico contrariado.
-        Verán la luz del día hace estragos en nuestra piel, sin mencionar que somos más débiles.
-        Sería una pena, que se dañe  tu hermosa piel – dijo Clark abrumado por tanta belleza.
-        Eres muy atento, además debo decir que opino lo mismo.
-        Dejen la coquetería, mejor explíqueme algo… ¿por qué afectar el factor sorpresa?
-        No entiendo.
-        Podrían escuchar todo lo que planeamos  y averiguar cosas que les serían útiles, sin embargo, se delata ante nosotros – Federico suspiró profundo y dijo -. Ahora sabemos que no podemos ser boquiflojos.
-        Muy acertado, pero no necesitamos saber mucho. Conocemos que el mapa no está en ese castillo – Federico y Clark cruzaron miradas nerviosas, que les trataba de decir Anabel -. Además lo importante es que tu hermana es muy bella.
-        ¿Qué significa eso?
-        Que Bastían tarde o temprano conseguirá su mapa, los asesinará y se quedará con Ana.
-        ¡Eso no puede ser! – levantó la voz Clark, su sangre hervía como nunca lo había hecho, el rostro de Clark se puso rojo y agarraba los barrotes de la jaula con toda su fuerza -. ¡Son unos malditos!
-        Si, son unos malditos, fue exactamente lo que hicieron conmigo.
-        ¿Por qué nos dice eso, quiere atormentarnos maldita bruja? – Federico también estaba muy molesto.
-        En primer lugar no soy bruja, las brujas son horrendas y yo soy hermosa. En segundo lugar, quiero ayudarlos.
-        ¿Por qué querías ayudarnos?
-        Hasta donde sé ustedes son familia.
-        Se supone, que sí, pero piensen, esta familia es disfuncional. Quisiera abrir mis alas y escapar, ustedes me ayudaran, a cambio salvaran a su querida Ana… shh silencio – Anabel se llevó el índice derecho a la boca -, alguien viene, me imagino que terminó mi turno – Anabel  nuevamente cubrió su rostro, segundos después entró un hombre con su rostro cubierto, bastante alto.
-        Luke, por fin vienes a relevarme – Anabel les dio la espalda y camino rumbo a la salida de la cueva diciendo -. Sigue así y tendré que comentarle a Bastían, el incumplimiento en tus turnos.
   Una nueva jornada de camino, las noches se ponían más frías a medida que se acercaban al fin del bosque de las almas perdidas. La incertidumbre y el miedo, no permitían dejar  a ninguno de los dos pensar en cómo escapar y ayudar a Ana. Durante su ardua jornada enjaulados rodeados por encapuchados, comiendo escasos pedazos de fruta. En la cabeza de Clark el recuerdo de su hermana y las palabras de Anabel lo consumían en lo más profundo de su ser.
   Una mañana mientras trataban de descansar, Federico recordó algo, su piel palideció. Caminaba por toda la jaula, golpeaba su cabeza con la mano, contaba con su dedo, dejando salir pequeños sonidos incomprensibles, Clark lo miraba sin entender que sucedía - ¿Federico qué pasa? – preguntaba pero sus palabras se desvanecían en el aire sin ser escuchadas por el cazador de lobos, quien permanecía cavilando. De repente regreso a ver a Clark y le susurró.
-                    --         ¿Cuántos días llevamos en este bosque?
-                    --         No lo sé, cinco o seis días, ¿Por qué?
-        Estamos cerca de la luna llena – Clark se quedó sin habla, había olvidado que pronto se convertiría en una bestia, en un hombre lobo. Era una bendición dadas las circunstancias, o seguía siendo una maldición.
-        No puede ser, con todo esto lo olvide… - Clark hizo cuentas con su mente -. Hoy es luna llena.
-        ¿Luna llena? – preguntó Anabel, quien apareció a cumplir un nuevo turno de vigilancia - ¿Qué ocurre con la luna llena?
-        Que… que…
-        Ana necesita medicina, y se la damos cada luna llena –  Federico inventó una enfermedad extraña para Ana, al verse descubiertos. Sin embargo, Anabel no les creyó mucho y siguió haciéndoles preguntas hasta que llego una nueva jornada de camino.
   Anabel seguía instándolos para escaparse, pero nunca le había tocado vigilarlos otra vez desde ese día, y cuando tuvo la oportunidad nuevamente, escucho algo sobre luna llena, medicina y Ana. Escuchó algo que no le daba buena espina y se concentró en sacar toda la información posible para entender  tan extraña situación.
   Durante el viaje, Clark y Federico se la pasaron susurrando, había llegado la hora de la verdad. La luna llena se posó en lo alto del firmamento. Una esfera plateada y majestuosa adornaba un cielo despejado y estrellado, como aquella luna llena cuando escapo con Ana para jugar, hasta que un hombre lobo lo mordió, condenándolo a ser un monstruo. La situación era peor, se encontraba enjaulado, junto a un hombre inocente.
   El brillo de la luna, hipnotizó sus ojos, sus músculos comenzaron a crecer, su piel ardía como si estuviera ardiendo en fuego, le estorbaba, algo crecía en su interior – huye Federico -, gritó, los fríos se pusieron alerta. Federico entendía que tenía que huir, pero si estas en una jaula, ¿cómo huyes?  
-        Federico… Federico…. –  Clark rugía, con sus brazos arrancó dos barrotes -. Sal de aquí… grag ¡ahoraaa! – sus manos crecieron y  largas uñas, brotaron de ellas, luego comenzó a destrozar su ropa y su tamaño era desproporcional - ¿Qué estas esperando grr? – su voz ya no era normal, salía entre gruñidos.
Los fríos se acercaron a la jaula, Clark arrancó dos barrotes más y se lanzó fuera de la jaula, con estos propinó duros golpes a sus captores. Era el momento indicado, Federico trato de escapar, en medio de la distracción fue fácil, todos los encapuchados se encargaban de detener a Clark.
   Clark se arrancó la piel con sus filosas garras, un extraño pelaje negro comenzó a brotar sobre su piel destrozada y sangrante, sus zapatos de rompieron y enormes y peludos pies salieron. Un aullido siniestro se emitió de sus fauces. Bastían ahora sabía a qué se enfrentaban, su peor enemigo, un hombre lobo. Las mandíbulas de Clark comenzaron a crecer junto con sus dientes, sus orejas y sus ojos. Era un hombre lobo enorme, su pelaje negro brillaba por el reflejo de la luna, sus ojos eran cafés, de sus grandes fauces salía saliva, blanca y espumosa. Luego comenzó a destruir todo a su paso, ningún frío fue rival para él, con sus enormes garras y patas bastaba un golpe para que sus oponentes vuelen por los aires. Bodgan se lanzó a Clark, este le enterró su garra derecha, justo en el corazón. Bastáin quedo petrificado al igual que los demás, la otra garra de Clark, se movió rápidamente, degollando el cuello de Bodgan, su cabeza cayó en los pies de Bastían y Rupert. Clark incursionó en el bosque, a su paso destrucción y fríos muertos quedaron, de Federico no hubo rastro. En lo profundo del bosque un aullido se escuchaba, cada vez más lejos.
     
      

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